28/6/13

El Humor Inglés

                 
EL HUMOR INGLÉS[1]
  Fco. Sánchez Benedito
  Universidad de Málaga
                                      
 1.- Introducción

El humor es algo esencial a la naturaleza humana y la risa, al ayudarnos a descargar energía nerviosa, además de proporcionarnos otras múltiples ventajas para nuestro cuerpo y nuestra mente, resulta altamente beneficiosa para nuestra salud; es una medicina gratuita, al alcance de cualquiera. El humor favorece también la comunicación con los demás y se ha llegado a decir, con razón, que la risa es el camino más corto entre dos personas. El humor, en suma, como argumenta el Prof. Jerry Palmer de la London Guildhall University, en su libro titulado Taking Humour Seriously[2] (Tomándose el Humor en Serio), forma parte integral de nuestras vidas.

Son estas afirmaciones sobre el humor y la risa en general algo en lo que fácilmente podemos estar todos de acuerdo. Sin embargo, para un español hablar del humor inglés en concreto, puede parecer osado o, al menos, un tanto aventurado. Existe, en efecto, por una parte, el riesgo de caer en el cliché, en el tópico: el típico inglés de la City con su paraguas, su maletín y su sombrero hongo; los tradicionales pubs ingleses; el gentleman inglés y su  proverbial ‘fair play’, etc. 

Está, por otra parte, el peligro de herir la susceptibilidad de nuestro interlocutor inglés, que puede pensar que con estos estereotipos humorísticos lo estamos ridiculizando, tomándole el pelo. Es verdad que todas las lenguas hacen uso, al referirse a los extranjeros (‘guiris’, para nosotros en España), de palabras que en algunos casos pueden resultar claramente ofensivas. Son términos (ethnic slurs) que el Dr Chamizo y yo traducimos como ‘calumnias étnicas’[3]

La propia lengua inglesa no está libre de este ‘pecado’ y así podemos citar, como ejemplos, Frog (lit. rana) para los franceses, Chink, para los asiáticos, esp. chinos, Nip, para los japoneses, dago (probablemente del español ‘Diego’), para españoles, italianos o portugueses o wop (del español ‘guapo’), exclusivamente para los italianos, Spic (no speak English) para los hispanos, etc. Dentro de estas ‘calumnias étnicas’ se encuentran también términos y expresiones referidos al sexo, como por ej. a French (un francés), para el sexo oral, a Greek (un griego), para el anal, English discipline, para las prácticas sado-masoquistas, etc., como si estas acciones fueran exclusivas de estos países. Por mi parte, puedo asegurarles que mi charla de hoy no pretende ser ofensiva para nadie y menos aún para el inglés, pueblo que sinceramente admiro y cuya lengua llevo enseñando durante tantos años.


2.- Clichés sobre los ingleses

No estoy tan seguro, no obstante, de poder escapar del todo del peligro del cliché, aunque me consuela el hecho de no ser el primero en haber caído en este tópico, ni seré sin duda el último. Les doy a continuación algunos ejemplos del empleo de este tipo de ‘lugares comunes’ sobre los ingleses por parte de algunas nacionalidades.

Ya en mi lejana juventud, cayó en mis manos un libro de Julio Camba (Londres), en el que el autor, comparando los hábitos alimenticios de los españoles, franceses e ingleses,   decía algo que me llamó bastante la atención: «Yo no comprendo bien a la gente mientras no la veo comer. ‘Dime lo que comes y te diré quién eres’. Si comes carnes asadas y legumbres cocidas, eres un inglés; si comes platitos bien condimentados, regodeándote en las salsas, eres un francés; si no comes, eres un español[4]». Esto último no es tan extraño si consideramos que Camba escribió este libro en 1939, en plena posguerra civil española aunque, ¿quién sabe si, con esto de la crisis, pueda llegar el momento en el que tenga que volver a decirse lo mismo? Pero, bueno, si se salió entonces, ¿por qué no se va a salir ahora?

Volviendo a los consabidos clichés, tenemos ejemplos muy claros en el libro How to Be an Alien,  del húngaro George Mikes, uno de mis favoritos y al que he citado en más de una ocasión, ya como profesor. Nos ofrece George Mikes, en el apartado dedicado al tiempo[5], el siguiente diálogo entre dos ingleses, diálogo que no tiene desperdicio:

“Hermoso día, ¿verdad?”
“Hermoso, ciertamente”
 “ El sol...”
“¿No es una maravilla?”
“Espléndido, en verdad”
“Y la temperatura, ¡qué agradable!”
“Personalmente, creo que ¡es tan agradable cuando no hace frío!, ¿verdad?”
“A mí me encanta y ¿a usted?”

Y un poco más adelante, refiriéndose a esta ‘amena’ e ‘interesantísima’ conversación y a otra semejante sobre el mal tiempo, proclama: «Si no dices nada más durante el resto de tu vida y te limitas a repetir esta conversación, tienes una probabilidad bastante razonable de pasar por un hombre notablemente ingenioso y de agudo intelecto, fino observador y de modales extremadamente agradables[6]».

Se trata evidentemente de una exageración, y sospecho que para ser considerado por un inglés un ‘joven prometedor’, por ejemplo, se necesita algo más que hablar del tiempo, pero puede que sea una buena manera de empezar a hablar, sin arriesgarse a pisar ‘terreno resbaladadizo’.

Otro ejemplo, que en ocasiones comento con mis alumnos, es una versión personal adaptada del capítulo VIII del libro Les carnets du major Thompson, del escritor francés Pierre Daninos: En este capítulo[7], Daninos nos habla de la vida conyugal del tal Thompson. Resulta que el mayor se casó dos veces. La primera, con Ursula, inglesa y, en segundas nupcias, con Martine, de nacionalidad francesa. Ursula, muy inglesa ella, consideraba el acto marital como algo ineludible, casi como un deber («cierra los ojos y piensa en Inglaterra») y, terminado el mismo’, solía decir: «Do you feel better, darling?» («¿te sientes mejor, cariño?»). Martine, sin embargo, más en consonancia con el típico sex-appeal de las francesas, decía: «Ça t’a plu, mon amour?» («¿te ha gustado, amor mío?»). Llegado este punto, a veces un alumno o una alumna me preguntaba: «¿Y qué diría una española?» Y yo, ni corto ni perezoso, contestaba, en inglés claro: «Again, please» («otra vez, por favor»).


3.- Humor e ingenio

El humor inglés va estrechamente ligado al ingenio del pueblo británico. Es difícil concebir el uno sin el otro. La insinuación, el doble sentido, los sutiles juegos de palabras, la fina ironía e incluso la mordacidad son elementos característicos del sentido del humor inglés. Múltiples son los ejemplos que os podría dar de este humor ingenioso de alto nivel. De entre todos ellos, elijo el de dos personajes ilustres: Samuel Johnson y Sir Winston Churchill. Samuel Johnson, famoso literato, ensayista y lexicógrafo del siglo XVIII, porque este año celebramos mis alumnos de Lexicografía y yo el tricentenario de su nacimiento en 1709, y Sir Winston Churchill, porque es difícil encontrar un político que haya jugado un papel más importante en la salvación de su país – en este caso en la 2ª Guerra Mundial- y siempre sin perder su sentido del humor.

Samuel Johnson fue sin lugar a dudas un gran ensayista y moralista de su tiempo, pero a pesar de sus problemas económicos y su habitual mala salud, nunca le abandonó su sentido del humor, como podeís comprobar leyendo la espléndida biografía que de él escribió su gran admirador y amigo James Boswell[8]. Allí encontraréis abundantes citas que ilustran la agudeza de su ingenio. Pero Samuel Johnson es recordado sobre todo como lexicógrafo, por su espléndido e innovador Dictionary of the English Language, publicado en 1755. Relacionada con su Diccionario es causalmente mi cita favorita de Johnson, contada por su amigo Sir Herbert Croft:
Poco tiempo después de la publicación del Diccionario, se le acercó al Dr. Johnson una distinguida dama inglesa, que queriendo alabarle, le dijo lo mucho que le había gustado su diccionario y, muy especialmente, el hecho de haber excluído de él cualquier palabra malsonante. La respuesta de Samuel no puede ser más ingeniosa: «No, señora, espero no haberme manchado los dedos. Observo, sin embargo, que usted las estuvo buscando»[9].

Las citas de Churchill, mucho más cercano a nosotros en el tiempo, son en general bastante más conocidas y fáciles de encontrar en las páginas de Internet. Me limitaré a recordar aquí algunas de las más ingeniosas y agudas respuestas del gran político:
A Lady Astor que, interrupiendo un discurso suyo en el Parlamento, le espetó: «Winston, si usted fuera mi marido le pondría veneno en el café», le replicó sin inmutarse: «Señora, y si usted fuera mi esposa, me lo bebería».
A Bessie Braddock, que en una ocasión le recriminó estar borracho, le contestó con desparpajo: «Sí, Bessie, mas mañana yo estaré sobrio, pero tú eres fea».

Otra anécdota, muy conocida igualmente, tiene que ver con Bernard Shaw, por el que Churchill no sentía mucha simpatía que digamos: Recibió un telegrama suyo que decía textualmente: «Dos entradas reservadas para usted, para estreno Pygmalion (lit ‘primera noche’). Traiga un amigo, si es que lo tiene». La respuesta de Sir Winston no se hizo esperar: «No puedo la primera noche. Iré la segunda, si es que la hay».

Mención especial, por último, merece una muy curiosa, tal vez apócrifa, aparecida en un artículo del periódico Birmingham Mail: Estaba Churchill un día, siendo ministro, ocupado en el cuarto de baño, cuando pegó en la puerta su ayuda de cámara anunciándole que el Lord del Sello Privado quería verlo urgentemente, replicando Sir Winston: «Dígale al Lord del Sello Privado que estoy ‘sellado’ (encerrado) en mi propio ‘privy’ (servicio) y que sólo puedo ocuparme de una m..... a la vez».

Pero no hay que ser un Samuel Johnson ni un Winston Churchill para responder de manera tan ingeniosa. Tengo la suerte de contar con numerosos y muy buenos amigos ingleses y, entre ellos, en lugar privilegiado, se encuentra Ian Smith, vice-consul inglés en Málaga, ya jubilado, del que conozco una sabrosa anécdota, que él mismo me contó: Por razones de su cargo, le tocó una vez enseñar el cementerio inglés a un matrimonio inglés conocido suyo, y al terminar la visita, detallada y bien documentada, los despidió diciendo con la mayor naturalidad, pero sin la menor malicia: «Bueno, ya saben ustedes donde tienen su casa».


 4.- Humor en la literatura inglesa

La literatura inglesa de todas las épocas está llena de excelentes ejemplos de humor de autores y autoras de primera fila. Pasemos revista a algunos de ellos, empezando por dos grandes clásicos: Chaucer, del siglo XIV y Shakespeare, del XVI.

Hay muchos estudios serios sobre Chaucer y casi todos coinciden en señalarlo como un gran humorista en su libro The Canterbury Tales (Los Cuentos de Canterbury). En efecto, Chaucer crea humor satirizando de manera implacable los valores religiosos y cortesanos, en gran parte hipócritas, de su tiempo. Sabe presentar, de manera magistral, el contraste entre lo ideal y la cruda realidad, entre la fachada y lo que se esconde tras de ella. Recuérdese, a este respecto, el retrato que hace en el Prólogo de dicho libro de los peregrinos con los que se topa en una fonda, camino de Canterbury: la Priora, de gustos refinados y modales exquisitos, que lleva en el pecho «un broche de oro con la inscripción amor vincit omnia (el amor todo lo vence)»; la Monja que,  «en su celda, cabalga con el capellán y con tres curas más»; el Fraile, que «conocía bien todas las tabernas de la ciudad»; el Comerciante, montado, altivo, en su caballo, luciendo un traje de vistosos colores, pero del que «nadie sabía que estaba lleno de deudas», etc. Los Cuentos de Chaucer, inspirados en su mayoría en Boccaccio, escritos en un lenguaje llano y directo, explícitamente obsceno en ocasiones, no han perdido aún actualidad, son fáciles de encontrar en las librerías[10] y se siguen leyendo con gusto.

Totalmente diferente es el humor de Shakespeare. Shakespeare, como Chaucer, tuvo que luchar toda su vida contra la mojigatería puritana hipócrita de su época, utilizando el humor como una de sus armas más potentes, pero ese humor fue siempre más sutil, nunca abiertamente obsceno como el de Chaucer. Sobre el carácter sexual de muchas de sus insinuaciones existe cierta polémica entre los especialistas; pero yo, sin ser por supuesto ningún especialista, me inclino a creer con Partridge que aunque «en ocasiones sea casi imposible determinar el sentido exacto de los sutiles juegos de palabra de Shakespeare,  el carácter sexual de algunas de sus insinuaciones es tan evidente que sería ignorante y estúpido, por nuestra parte, pensar que la intención sexual está ausente de las mismas»[11]. Picante y divertidísimo es, por ejemplo, el famoso pasaje de La Comedia de Equivocaciones, donde Dromio de Siracusa, hablando a su amo Antífolo sobre la gruesa moza de cocina que lo persigue con fines matrimoniales, bautiza las diversas partes de sus voluminosas formas con nombres de diferentes países: «Antipholus. Where stood Belgia, the Netherlands?- Dromio. O, Sir, I didn’t look so low»[12]. O este otro de Troilus and Cressida, en el que al decir ésta última: «My lord, come you into my chamber», hace concebir a Troilo ciertas esperanzas[13]; pero estas esperanzas no tardan en esfumarse cuando Cressida precisa: «Come, you are deceived, I think of no such thing»[14]. La insinuación sexual parece aún más clara en las siguientes líneas del 2º acto de Enrique V: «Pistol’s cock is up/ And flashing fire will follow»[15].

Cuesta trabajo creer, a tenor de las citas dadas, que el elemento sexual esté ausente de la intención de Shakespeare, y el hecho de que el Dr Thomas Bowdler, ya en el siglo XIX, juzgara necesario expurgar las obras de Shakespeare, para que pudieran leerse en familia, viene a confirmar la tesis de Partridge[16].

Dos muestras más de humor en la literatura inglesa, éstas del siglo XIX: Pride and Prejudice, de Jane Austen y Through the Looking-Glass de Lewis Carroll.
Orgullo y Prejuicio gira en torno al Sr y la Sra Bennet y a sus cinco hijas, y a los ímprobos esfuerzos, rayanos en lo ridículo, de la Sra. Bennet por conseguir un buen casamiento para todas ellas. Se trata, en realidad, de un magnífico retrato de la burguesía inglesa de la época, que se mueve entre hipócritas orgullos de clase y prejuicios sociales. Pero Jane Austen sabe aplicar como nadie a ese retrato crítico un delicado barniz de humor que hace de esta obra una lectura deliciosa. El arranque de la novela: «Es una verdad universalmente reconocida que un hombre soltero de gran fortuna tiene que desear una esposa...» es sencillamente genial, como lo son igualmente las dos declaraciones a Elizabeth: la del rastrero Mr Collins, insufriblemente pomposa y la primera de Darcy, condescendientemente soberbia.

En A Través del Espejo, como en su 1ª parte, Alicia en el País de las Maravillas, se suceden las escenas hilarantes sin solución de continuidad. Se trata esta vez de un humor disparatado aunque, paradójicamente, de una lógica aplastante. Sirva como ejemplo la parte del capítulo VI[17], en el que Humpty-Dumpty, el curioso personaje en forma de huevo, le comunica a una asombrada Alicia haber recibido del rey y la reina un bonito pañuelo de cuello como regalo por su un-birthday (‘no-cumpleaños’). Ante la extrañeza de la pequeña, Humpty-Dumpty le razona que trae mucha más cuenta recibir regalos en los 364 un-birthdays del año, que únicamente en el día del cumpleaños auténtico.

Doy a continuación una pequeña selección de novelas que recuerdo haber leído y releído más de una vez, sin que nunca su humor dejara de deleitarme:

The Pickwick Papers de Charles Dickens
The Innocence of Father Brown de G. K. Chesterton
Three Men in a Boat de Jerome K. Jerome
Animal Farm de George Orwell
Very Good, Jeeves de P. G. Wodehouse
Travels with My Aunt de Graham Greene
Doctor in the House de Richard Gordon
Lucky Jim de Kingsley Amis
The British Museum is Falling Down de David Lodge
Wilt de Tom Sharpe

Finalmente, aun sin ser literatura propiamente dicha, no podemos olvidar el humor inglés en  series televisivas, como la superfamosa de Mr. Bean o en sitios de Internet, tales como YouTube, donde se pueden encontrar auténticas perlas como The Last Laugh. Crisis Subprime, con subtítulos en español[18].



5.- El chiste inglés

En palabras de G. Legman, en la introducción a su documentado estudio del humor erótico, «bajo una máscara de humor, nuestra sociedad permite infinitas agresiones de cualquiera, contra cualquiera»[19]. Siempre según Legman, el chiste, por regla general, tiende a denigrar o ridiculizar algo o a alguien, o una determinada profesión o capa social. Con el pretexto de hacer reír, nada ni nadie se escapa de esta intención ridiculizadora del que cuenta el chiste. Y su satisfacción será aún mayor si alguien del sector mencionado se encuentra entre sus oyentes. Si el chiste es de tema religioso, qué mejor que haya cerca un cura o una monja a los que poder abochornar; si la cosa va de médicos, abogados, profesores, etc., lo ideal es que pueda oírlo alguno de los aludidos. Puede que en nuestro subconciente se encuentre oculta esta tendencia agresiva, y no puede negarse que muchos chistes ingleses y españoles tienen este claro objetivo, aunque la intención consciente del que cuenta el chiste o el chascarrillo en cuestión sea sólo hacer reír a la persona o personas que le escuchan y pasar un buen rato con ellos.

El chiste puede ser ‘blanco’, sin ninguna insinuación sexual, ‘verde’ o ‘picante’, o incluso ‘marrón’, de tema escatólogico, pero en cualquier caso, siempre habrá algo o alguien que no salga muy bien parado:

La excentricidad inglesa en el conocido chiste del pingüino: Un inglés, paseando por el parque, encuentra un día uno de estos animales. Pregunta a un ‘bobby’ qué debe hacer con el pingüino y el policía le dice que lo lleve al zoo. Al día siguiente, el policía se encuentra al mismo sujeto, en compañía del animalito y le pregunta qué hace todavía con el pingüino: “¿no le dije que lo llevara al zoológico?” y el tipo contesta: “sí, ayer lo llevé al zoológico y hoy lo voy a llevar al cine”.

El ‘aprecio’ por su suegra de un tipo que le regala un Jaguar (el felino, para que le muerda, no el coche).
La voracidad sexual de una recién casada a la que su madre aconseja darle al novio en su noche de bodas una docena de ostras[20] para aumentar su potencia, pero que a la mañana siguiente se ‘queja’ de que sólo nueve funcionaron.

El momento de flaqueza, poco glorioso, de un superglorioso héroe nacional como Nelson: Avisado el almirante de que un navío francés se acerca por estribor, Nelson le pide que le traiga su casaca roja, para que en caso de ser herido, los marineros no vean la sangre y desfallezca su valor; pero al cabo de unos minutos, vuelve el mismo marinero a decirle que no es un navío francés, sino tres, y entonces Nelson le dice que le traiga los pantalones marrones.

El clero: El descoco de una feligresa que pretende entrar en la iglesia en topless y la reacción de un cura joven que se rinde a los encantos de la carne: El cura le dice a la desvergonzada que no puede entrar en el templo del Señor de esa guisa y la joven, bastante atractiva por cierto, responde que “tiene un derecho divino”, a lo que el cura replica “y un izquierdo divino también, pero insisto en que así no puede entrar en la iglesia”.


Como puede deducirse de este pequeño muestrario, hay muchos puntos en común entre los chistes ingleses y españoles y los temas son muy similares en ambos casos, pero hay una diferencia importante entre el humor del chiste español y el del inglés. El español y, muy especialmente el andaluz, suele ser más directo y hace uso, por regla general, de un lenguaje más desenfadado, atrevido, descarado incluso, en ocasiones. El inglés, en cambio, es más partidario de la insinuación, del detalle sutil, que haga reír sin necesidad de recurrir a términos abiertamente obscenos, es decir, evitando en lo posible utilizar tacos o lo que ellos llaman four-letter words (palabras de cuatro letras)[21].


6.- Conclusión

A lo largo de mi charla de hoy, hemos podido ver ejemplos de humor de la más diversa índole: satírico en Chaucer, sutil en Shakespeare, irónico en Samuel Johnson y Churchill, moralizante en Jane Austen, disparatado en Lewis Carroll, etc., pero todos comparten el rasgo común del detalle, del detalle fino e ingenioso, detalle exquisito, que hace del humor inglés algo único, diferente al de cualquier otro país del mundo.



7.- Bibliografía consultada

AUSTEN, JANE. Pride and Prejudice (editado por Arthur Calder-Marshall). Londres: Pan Books, 1967.
BOSWELL, JAMES. La Vida del Doctor Samuel Johnson (2ª ed.). Madrid: Espasa Calpe, 1998.
CAMBA, JULIO. Londres. Madrid: Espasa Calpe, 1939,
CARROLL, LEWIS. Alice’s Adventures in Wonderland and Through the Looking-Glass (editado por Martin Gardner). Londres: Penguin, 1970.
CHAMIZO DOMÍNGUEZ, P  y SÁNCHEZ BENEDITO, FCO. Lo que nunca se aprendió en clase. Eufemismos y disfemismos en el lenguaje erótico inglés. Granada: Comares, 2000.
CHAUCER, GEOFFREY. The Canterbury Tales (traducido al inglés moderno por Nevill Coghill). Londres: Penguin, 1951.
DANINOS, PIERRE. Les carnets du major Thompson. París: Hachette, 1954.
GREEN, JONATHON, Chasing the Sun. Londres: Pimlico, 1997
LEGMAN, G. Rationale of the Dirty Joke. An analysis of sexual humour (2 vol.). St Albans: Panther, 1972.
MIKES, GEORGE. How to Be an Alien. Londres: Penguin, 1966.
PALMER, JERRY. Taking Humour Seriously. Londres: Routledge, 1994.
PARTRIDGE, ERIC. Shakespeare’s Bawdy. Londres: Routledge & Kegan Paul, 1968.
SÁNCHEZ BENEDITO, FCO. Dictionary of Euphemisms and Dysphemisms in English Erotica with Spanish Equivalents alojado en http://webpersonal.uma.es/sanchezbenedito
En papel: Dictionary of Euphemisms and Dysphemisms for the Taboo of Sex with Spanish Equivalents. Granada: Comares, 2009.



 












[1] Charla dada el 11 de mayo de 2009 en el Curso para Mayores de 55 años , organizado por la UMA.
[2] Routledge, 1994.
[3] CHAMIZO DOMÍNGUEZ, P. y SÁNCHEZ BENEDITO, FCO, p. 200.
[4] JULIO CAMBA, p. 12
[5] GEORGE MIKES, p. 20
[6] GEORGE MIKES, p. 22
[7] PIERRE DANINOS, pp. 107-135
[8] The Life of Samuel  de James Boswell vio la luz en 1791, siete años despúes  de la muerte de su gran amigo. Hay una buena traducción española en la colección Austral, con el título La Vida del Doctor Samuel Johnson (2ª edición, 1998).
[9] JONATHON GREEN, p. 225. En otras versiones, fueron dos señoras las que se le acercaron.
[10] Hay una buena traducción al español, realizada por Jesús L. Serrano Reyes y Antonio R. León Sendra y publicada en Gredos, 2004.
[11] ERIC PARTRIDGE, p. 78; mi traducción.
[12] «Antipholus: ¿Dónde quedaba Bélgica, los Países Bajos? – Dromio: Oh, señor, no miré tan abajo». The Comedy of Errors, III, ii, 136-137.
[13] Come puede significar ‘correrse’, además de ‘venir’. Troilus and Cressida, IV, ii, 35-36.
[14] «Vaya, os engañais. No pienso en tal cosa».
[15] Ingenioso juego de palabras entre dos de los significados de ‘cock’: ‘percutor de una pistola’ y ‘pene’. Henry V, II, i, 50-51.
[16] DR THOMAS BOWDLER. Family Shakespeare, 1818.
[17] pp. 267-268
[18] Se trata de una original explicación, en clave de humor, pero bastante verosímil, de la crisis financiera actual ver video en sanchezbenedito.blogspot.es/2013/05/the-last-laugh-crisis-subprime).
[19] LEGMAN, G, vol. 1, p. 9.
[20] Supuesto afrodisíaco.
[21] Hay gran cantidad de palabras inglesas malsonantes que constan de cuatro letras: fuck, cunt, cock, wank, etc.

3 comentarios :

  1. Charla muy interesante y amena.

    Me encanta el humor inglés!

    En Inglaterra una vez probé esta "pick-up line" durante el descanso del examen CPE (así de seguro estaba que iba a sacar buena nota) con una chica que estaba allí para vigilar: "Do you know I'm the most wanted man in Spain?"

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  2. Me pregunto si la chica en cuestión se echó en tus brazos o se fue corriendo a la policía a denunciarte.

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    1. No, simplemente se limitó a sonreír.

      La chica era muy atractiva, por cierto.

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