1.- Introducción
El humor es algo esencial a la
naturaleza humana y la risa, al ayudarnos a descargar energía nerviosa, además
de proporcionarnos otras múltiples ventajas para nuestro cuerpo y nuestra mente,
resulta altamente beneficiosa para nuestra salud; es una medicina gratuita, al
alcance de cualquiera. El humor favorece también la comunicación con los demás
y se ha llegado a decir, con razón, que la risa es el camino más corto entre
dos personas. El humor, en suma, como argumenta el Prof. Jerry Palmer de la London Guildhall University, en
su libro titulado Taking Humour Seriously[2] (Tomándose el Humor en Serio), forma
parte integral de nuestras vidas.
Son estas afirmaciones sobre el
humor y la risa en general algo en lo que fácilmente podemos estar todos de
acuerdo. Sin embargo, para un español hablar del humor inglés en concreto,
puede parecer osado o, al menos, un tanto aventurado. Existe, en efecto, por
una parte, el riesgo de caer en el cliché, en el tópico: el típico inglés de la City con su paraguas, su
maletín y su sombrero hongo; los tradicionales pubs ingleses; el gentleman
inglés y su proverbial ‘fair play’, etc.
Está, por otra parte, el peligro de herir la susceptibilidad de nuestro interlocutor inglés, que puede pensar que con estos estereotipos humorísticos lo estamos ridiculizando, tomándole el pelo. Es verdad que todas las lenguas hacen uso, al referirse a los extranjeros (‘guiris’, para nosotros en España), de palabras que en algunos casos pueden resultar claramente ofensivas. Son términos (ethnic slurs) que el Dr Chamizo y yo traducimos como ‘calumnias étnicas’[3].
La propia lengua inglesa no está libre de este ‘pecado’ y así podemos citar, como ejemplos, Frog (lit. rana) para los franceses, Chink, para los asiáticos, esp. chinos, Nip, para los japoneses, dago (probablemente del español ‘Diego’), para españoles, italianos o portugueses o wop (del español ‘guapo’), exclusivamente para los italianos, Spic (no speak English) para los hispanos, etc. Dentro de estas ‘calumnias étnicas’ se encuentran también términos y expresiones referidos al sexo, como por ej. a French (un francés), para el sexo oral, a Greek (un griego), para el anal, English discipline, para las prácticas sado-masoquistas, etc., como si estas acciones fueran exclusivas de estos países. Por mi parte, puedo asegurarles que mi charla de hoy no pretende ser ofensiva para nadie y menos aún para el inglés, pueblo que sinceramente admiro y cuya lengua llevo enseñando durante tantos años.
Está, por otra parte, el peligro de herir la susceptibilidad de nuestro interlocutor inglés, que puede pensar que con estos estereotipos humorísticos lo estamos ridiculizando, tomándole el pelo. Es verdad que todas las lenguas hacen uso, al referirse a los extranjeros (‘guiris’, para nosotros en España), de palabras que en algunos casos pueden resultar claramente ofensivas. Son términos (ethnic slurs) que el Dr Chamizo y yo traducimos como ‘calumnias étnicas’[3].
La propia lengua inglesa no está libre de este ‘pecado’ y así podemos citar, como ejemplos, Frog (lit. rana) para los franceses, Chink, para los asiáticos, esp. chinos, Nip, para los japoneses, dago (probablemente del español ‘Diego’), para españoles, italianos o portugueses o wop (del español ‘guapo’), exclusivamente para los italianos, Spic (no speak English) para los hispanos, etc. Dentro de estas ‘calumnias étnicas’ se encuentran también términos y expresiones referidos al sexo, como por ej. a French (un francés), para el sexo oral, a Greek (un griego), para el anal, English discipline, para las prácticas sado-masoquistas, etc., como si estas acciones fueran exclusivas de estos países. Por mi parte, puedo asegurarles que mi charla de hoy no pretende ser ofensiva para nadie y menos aún para el inglés, pueblo que sinceramente admiro y cuya lengua llevo enseñando durante tantos años.
2.-
Clichés sobre los ingleses
No estoy tan seguro, no obstante,
de poder escapar del todo del peligro del cliché, aunque me consuela el hecho
de no ser el primero en haber caído en este tópico, ni seré sin duda el último.
Les doy a continuación algunos ejemplos del empleo de este tipo de ‘lugares
comunes’ sobre los ingleses por parte de algunas nacionalidades.
Ya en mi lejana juventud, cayó en
mis manos un libro de Julio Camba (Londres), en el que el autor, comparando los
hábitos alimenticios de los españoles, franceses e ingleses, decía algo que me llamó bastante la atención:
«Yo no comprendo bien a la gente mientras no la veo comer. ‘Dime lo que comes y
te diré quién eres’. Si comes carnes asadas y legumbres cocidas, eres un
inglés; si comes platitos bien condimentados, regodeándote en las salsas, eres
un francés; si no comes, eres un español[4]».
Esto último no es tan extraño si consideramos que Camba escribió este libro en
1939, en plena posguerra civil española aunque, ¿quién sabe si, con esto de la
crisis, pueda llegar el momento en el que tenga que volver a decirse lo mismo?
Pero, bueno, si se salió entonces, ¿por qué no se va a salir ahora?
Volviendo a los consabidos
clichés, tenemos ejemplos muy claros en el libro How to Be an Alien, del húngaro George Mikes, uno de mis favoritos y al que he citado en más de
una ocasión, ya como profesor. Nos ofrece George Mikes, en el apartado dedicado
al tiempo[5], el
siguiente diálogo entre dos ingleses, diálogo que no tiene desperdicio:
“Hermoso día, ¿verdad?”
“Hermoso, ciertamente”
“ El sol...”
“¿No es una maravilla?”
“Espléndido, en verdad”
“Y la temperatura, ¡qué
agradable!”
“Personalmente, creo que ¡es tan
agradable cuando no hace frío!, ¿verdad?”
“A mí me encanta y ¿a usted?”
Y un poco más adelante,
refiriéndose a esta ‘amena’ e ‘interesantísima’ conversación y a otra semejante
sobre el mal tiempo, proclama: «Si no dices nada más durante el resto de tu
vida y te limitas a repetir esta conversación, tienes una probabilidad bastante
razonable de pasar por un hombre notablemente ingenioso y de agudo intelecto,
fino observador y de modales extremadamente agradables[6]».
Se trata evidentemente de una
exageración, y sospecho que para ser considerado por un inglés un ‘joven
prometedor’, por ejemplo, se necesita algo más que hablar del tiempo, pero
puede que sea una buena manera de empezar a hablar, sin arriesgarse a pisar
‘terreno resbaladadizo’.
Otro ejemplo, que en ocasiones
comento con mis alumnos, es una versión personal adaptada del capítulo VIII del
libro Les carnets du major Thompson,
del escritor francés Pierre Daninos: En este capítulo[7],
Daninos nos habla de la vida conyugal del tal Thompson. Resulta que el mayor se
casó dos veces. La primera, con Ursula, inglesa y, en segundas nupcias, con
Martine, de nacionalidad francesa. Ursula, muy inglesa ella, consideraba el
acto marital como algo ineludible, casi como un deber («cierra los ojos y
piensa en Inglaterra») y, terminado el mismo’, solía decir: «Do you feel better, darling?» («¿te sientes mejor, cariño?»).
Martine, sin embargo, más en consonancia con el típico sex-appeal de las francesas, decía: «Ça t’a plu, mon amour?» («¿te
ha gustado, amor mío?»). Llegado este punto, a veces un alumno o una alumna me
preguntaba: «¿Y qué diría una española?» Y yo, ni corto ni perezoso,
contestaba, en inglés claro: «Again,
please» («otra vez, por favor»).
3.-
Humor e ingenio
El humor inglés va estrechamente
ligado al ingenio del pueblo británico. Es difícil concebir el uno sin el otro.
La insinuación, el doble sentido, los sutiles juegos de palabras, la fina ironía
e incluso la mordacidad son elementos característicos del sentido del humor
inglés. Múltiples son los ejemplos que os podría dar de este humor ingenioso de
alto nivel. De entre todos ellos, elijo el de dos personajes ilustres: Samuel
Johnson y Sir Winston Churchill. Samuel Johnson, famoso literato, ensayista y
lexicógrafo del siglo XVIII, porque este año celebramos mis alumnos de
Lexicografía y yo el tricentenario de su nacimiento en 1709, y Sir Winston
Churchill, porque es difícil encontrar un político que haya jugado un papel más
importante en la salvación de su país – en este caso en la 2ª Guerra Mundial- y
siempre sin perder su sentido del humor.
Samuel Johnson fue sin lugar a
dudas un gran ensayista y moralista de su tiempo, pero a pesar de sus problemas
económicos y su habitual mala salud, nunca le abandonó su sentido del humor,
como podeís comprobar leyendo la espléndida biografía que de él escribió su
gran admirador y amigo James Boswell[8]. Allí
encontraréis abundantes citas que ilustran la agudeza de su ingenio. Pero
Samuel Johnson es recordado sobre todo como lexicógrafo, por su espléndido e
innovador Dictionary of the English Language,
publicado en 1755. Relacionada con su Diccionario es causalmente mi cita
favorita de Johnson, contada por su amigo Sir Herbert Croft:
Poco tiempo después de la
publicación del Diccionario, se le acercó al Dr. Johnson una distinguida dama
inglesa, que queriendo alabarle, le dijo lo mucho que le había gustado su
diccionario y, muy especialmente, el hecho de haber excluído de él cualquier
palabra malsonante. La respuesta de Samuel no puede ser más ingeniosa: «No,
señora, espero no haberme manchado los dedos. Observo, sin embargo, que usted
las estuvo buscando»[9].
Las citas de Churchill, mucho más
cercano a nosotros en el tiempo, son en general bastante más conocidas y
fáciles de encontrar en las páginas de Internet. Me limitaré a recordar aquí
algunas de las más ingeniosas y agudas respuestas del gran político:
A Lady Astor que, interrupiendo
un discurso suyo en el Parlamento, le espetó: «Winston, si usted fuera mi
marido le pondría veneno en el café», le replicó sin inmutarse: «Señora, y si
usted fuera mi esposa, me lo bebería».
A Bessie Braddock, que en una
ocasión le recriminó estar borracho, le contestó con desparpajo: «Sí, Bessie, mas
mañana yo estaré sobrio, pero tú eres fea».
Otra anécdota, muy conocida
igualmente, tiene que ver con Bernard Shaw, por el que Churchill no sentía mucha
simpatía que digamos: Recibió un telegrama suyo que decía textualmente: «Dos
entradas reservadas para usted, para estreno Pygmalion (lit ‘primera noche’).
Traiga un amigo, si es que lo tiene». La respuesta de Sir Winston no se hizo
esperar: «No puedo la primera noche. Iré la segunda, si es que la hay».
Mención especial, por último, merece
una muy curiosa, tal vez apócrifa, aparecida en un artículo del periódico Birmingham Mail: Estaba Churchill un
día, siendo ministro, ocupado en el cuarto de baño, cuando pegó en la puerta su
ayuda de cámara anunciándole que el Lord del Sello Privado quería verlo
urgentemente, replicando Sir Winston: «Dígale al Lord del Sello Privado que
estoy ‘sellado’ (encerrado) en mi propio ‘privy’ (servicio) y que sólo puedo
ocuparme de una m..... a la vez».
Pero no hay que ser un Samuel
Johnson ni un Winston Churchill para responder de manera tan ingeniosa. Tengo
la suerte de contar con numerosos y muy buenos amigos ingleses y, entre ellos, en
lugar privilegiado, se encuentra Ian Smith, vice-consul inglés en Málaga, ya
jubilado, del que conozco una sabrosa anécdota, que él mismo me contó: Por
razones de su cargo, le tocó una vez enseñar el cementerio inglés a un
matrimonio inglés conocido suyo, y al terminar la visita, detallada y bien
documentada, los despidió diciendo con la mayor naturalidad, pero sin la menor
malicia: «Bueno, ya saben ustedes donde tienen su casa».
4.- Humor en la
literatura inglesa
La literatura inglesa de todas
las épocas está llena de excelentes ejemplos de humor de autores y autoras de
primera fila. Pasemos revista a algunos de ellos, empezando por dos grandes
clásicos: Chaucer, del siglo XIV y Shakespeare, del XVI.
Hay muchos estudios serios sobre
Chaucer y casi todos coinciden en señalarlo como un gran humorista en su libro The Canterbury Tales (Los Cuentos de Canterbury). En efecto,
Chaucer crea humor satirizando de manera implacable los valores religiosos y
cortesanos, en gran parte hipócritas, de su tiempo. Sabe presentar, de manera
magistral, el contraste entre lo ideal y la cruda realidad, entre la fachada y
lo que se esconde tras de ella. Recuérdese, a este respecto, el retrato que
hace en el Prólogo de dicho libro de los peregrinos con los que se topa en una
fonda, camino de Canterbury: la
Priora , de gustos refinados y modales exquisitos, que lleva en
el pecho «un broche de oro con la inscripción amor vincit omnia (el amor todo lo vence)»; la Monja que, «en su celda, cabalga con el capellán y con
tres curas más»; el Fraile, que «conocía bien todas las tabernas de la ciudad»;
el Comerciante, montado, altivo, en su caballo, luciendo un traje de vistosos
colores, pero del que «nadie sabía que estaba lleno de deudas», etc. Los
Cuentos de Chaucer, inspirados en su mayoría en Boccaccio, escritos en un
lenguaje llano y directo, explícitamente obsceno en ocasiones, no han perdido aún
actualidad, son fáciles de encontrar en las librerías[10] y se
siguen leyendo con gusto.
Totalmente diferente es el humor
de Shakespeare. Shakespeare, como Chaucer, tuvo que luchar toda su vida contra
la mojigatería puritana hipócrita de su época, utilizando el humor como una de
sus armas más potentes, pero ese humor fue siempre más sutil, nunca
abiertamente obsceno como el de Chaucer. Sobre el carácter sexual de muchas de
sus insinuaciones existe cierta polémica entre los especialistas; pero yo, sin
ser por supuesto ningún especialista, me inclino a creer con Partridge que aunque
«en ocasiones sea casi imposible determinar el sentido exacto de los sutiles
juegos de palabra de Shakespeare, el
carácter sexual de algunas de sus insinuaciones es tan evidente que sería
ignorante y estúpido, por nuestra parte, pensar que la intención sexual está
ausente de las mismas»[11]. Picante
y divertidísimo es, por ejemplo, el famoso pasaje de La Comedia de
Equivocaciones, donde
Dromio de Siracusa, hablando a su amo Antífolo sobre la gruesa moza de cocina
que lo persigue con fines matrimoniales, bautiza las diversas partes de sus
voluminosas formas con nombres de diferentes países: «Antipholus. Where stood Belgia, the Netherlands ?- Dromio.
O, Sir, I didn’t look so low»[12]. O este otro de Troilus and Cressida, en el que al decir ésta última: «My lord, come you into my chamber», hace
concebir a Troilo ciertas esperanzas[13]; pero
estas esperanzas no tardan en esfumarse cuando Cressida precisa: «Come, you are deceived, I think of no such
thing»[14]. La insinuación sexual
parece aún más clara en las siguientes líneas del 2º acto de Enrique V: «Pistol’s cock is up/ And flashing fire will follow»[15].
Cuesta trabajo creer, a tenor de
las citas dadas, que el elemento sexual esté ausente de la intención de
Shakespeare, y el hecho de que el Dr Thomas Bowdler, ya en el siglo XIX,
juzgara necesario expurgar las obras de Shakespeare, para que pudieran leerse
en familia, viene a confirmar la tesis de Partridge[16].
Dos muestras más de humor en la
literatura inglesa, éstas del siglo XIX: Pride
and Prejudice, de Jane Austen y Through
the Looking-Glass de Lewis Carroll.
Orgullo y Prejuicio gira en torno al Sr y la Sra Bennet y a sus
cinco hijas, y a los ímprobos esfuerzos, rayanos en lo ridículo, de la Sra. Bennet por
conseguir un buen casamiento para todas ellas. Se trata, en realidad, de un
magnífico retrato de la burguesía inglesa de la época, que se mueve entre
hipócritas orgullos de clase y prejuicios sociales. Pero Jane Austen sabe aplicar
como nadie a ese retrato crítico un delicado barniz de humor que hace de esta obra
una lectura deliciosa. El arranque de la novela: «Es una verdad universalmente reconocida
que un hombre soltero de gran fortuna tiene que desear una esposa...» es
sencillamente genial, como lo son igualmente las dos declaraciones a Elizabeth:
la del rastrero Mr Collins, insufriblemente pomposa y la primera de Darcy,
condescendientemente soberbia.
En A Través del Espejo, como en su 1ª parte, Alicia en el País de las Maravillas, se suceden las escenas
hilarantes sin solución de continuidad. Se trata esta vez de un humor disparatado
aunque, paradójicamente, de una lógica aplastante. Sirva como ejemplo la parte
del capítulo VI[17], en el que Humpty-Dumpty,
el curioso personaje en forma de huevo, le comunica a una asombrada Alicia
haber recibido del rey y la reina un bonito pañuelo de cuello como regalo por
su un-birthday (‘no-cumpleaños’).
Ante la extrañeza de la pequeña, Humpty-Dumpty le razona que trae mucha más
cuenta recibir regalos en los 364 un-birthdays
del año, que únicamente en el día del cumpleaños auténtico.
Doy a continuación una pequeña
selección de novelas que recuerdo haber leído y releído más de una vez, sin que
nunca su humor dejara de deleitarme:
The Pickwick Papers de Charles Dickens
The Innocence of
Father Brown de G.
K. Chesterton
Three Men in a Boat de Jerome K. Jerome
Animal Farm de George Orwell
Very Good, Jeeves de P. G. Wodehouse
Travels with My Aunt de Graham Greene
Doctor in the House de Richard Gordon
Lucky Jim de Kingsley Amis
The British Museum is
Falling Down de
David Lodge
Wilt de Tom Sharpe
Finalmente, aun sin ser
literatura propiamente dicha, no podemos olvidar el humor inglés en series televisivas, como la superfamosa de
Mr. Bean o en sitios de Internet, tales como YouTube, donde se pueden encontrar
auténticas perlas como The Last Laugh. Crisis Subprime, con subtítulos en
español[18].
5.-
El chiste inglés
En palabras de G. Legman, en la
introducción a su documentado estudio del humor erótico, «bajo una máscara de
humor, nuestra sociedad permite infinitas agresiones de cualquiera, contra
cualquiera»[19]. Siempre según Legman, el
chiste, por regla general, tiende a denigrar o ridiculizar algo o a alguien, o
una determinada profesión o capa social. Con el pretexto de hacer reír, nada ni
nadie se escapa de esta intención ridiculizadora del que cuenta el chiste. Y su
satisfacción será aún mayor si alguien del sector mencionado se encuentra entre
sus oyentes. Si el chiste es de tema religioso, qué mejor que haya cerca un
cura o una monja a los que poder abochornar; si la cosa va de médicos,
abogados, profesores, etc., lo ideal es que pueda oírlo alguno de los aludidos.
Puede que en nuestro subconciente se encuentre oculta esta tendencia agresiva, y
no puede negarse que muchos chistes ingleses y españoles tienen este claro objetivo,
aunque la intención consciente del que cuenta el chiste o el chascarrillo en
cuestión sea sólo hacer reír a la persona o personas que le escuchan y pasar un
buen rato con ellos.
El chiste puede ser ‘blanco’, sin
ninguna insinuación sexual, ‘verde’ o ‘picante’, o incluso ‘marrón’, de tema
escatólogico, pero en cualquier caso, siempre habrá algo o alguien que no salga
muy bien parado:
La excentricidad inglesa en el
conocido chiste del pingüino: Un inglés, paseando por el parque, encuentra un
día uno de estos animales. Pregunta a un ‘bobby’ qué debe hacer con el pingüino
y el policía le dice que lo lleve al zoo. Al día siguiente, el policía se
encuentra al mismo sujeto, en compañía del animalito y le pregunta qué hace
todavía con el pingüino: “¿no le dije que lo llevara al zoológico?” y el tipo
contesta: “sí, ayer lo llevé al zoológico y hoy lo voy a llevar al cine”.
El ‘aprecio’ por su suegra de un tipo
que le regala un Jaguar (el felino, para que le muerda, no el coche).
La voracidad sexual de una recién
casada a la que su madre aconseja darle al novio en su noche de bodas una
docena de ostras[20] para aumentar su
potencia, pero que a la mañana siguiente se ‘queja’ de que sólo nueve
funcionaron.
El momento de flaqueza, poco
glorioso, de un superglorioso héroe nacional como Nelson: Avisado el almirante
de que un navío francés se acerca por estribor, Nelson le pide que le traiga su
casaca roja, para que en caso de ser herido, los marineros no vean la sangre y desfallezca
su valor; pero al cabo de unos minutos, vuelve el mismo marinero a decirle que
no es un navío francés, sino tres, y entonces Nelson le dice que le traiga los
pantalones marrones.
El clero: El descoco de una
feligresa que pretende entrar en la iglesia en topless y la reacción de un cura joven que se rinde a los encantos
de la carne: El cura le dice a la desvergonzada que no puede entrar en el
templo del Señor de esa guisa y la joven, bastante atractiva por cierto,
responde que “tiene un derecho divino”, a lo que el cura replica “y un izquierdo
divino también, pero insisto en que así no puede entrar en la iglesia”.
Como puede deducirse de este
pequeño muestrario, hay muchos puntos en común entre los chistes ingleses y
españoles y los temas son muy similares en ambos casos, pero hay una diferencia
importante entre el humor del chiste español y el del inglés. El español y, muy
especialmente el andaluz, suele ser más directo y hace uso, por regla general,
de un lenguaje más desenfadado, atrevido, descarado incluso, en ocasiones. El
inglés, en cambio, es más partidario de la insinuación, del detalle sutil, que
haga reír sin necesidad de recurrir a términos abiertamente obscenos, es decir,
evitando en lo posible utilizar tacos o lo que ellos llaman four-letter words (palabras de cuatro
letras)[21].
6.-
Conclusión
A lo largo de mi charla de hoy,
hemos podido ver ejemplos de humor de la más diversa índole: satírico en
Chaucer, sutil en Shakespeare, irónico en Samuel Johnson y Churchill, moralizante
en Jane Austen, disparatado en Lewis Carroll, etc., pero todos comparten el
rasgo común del detalle, del detalle fino e ingenioso, detalle exquisito, que
hace del humor inglés algo único, diferente al de cualquier otro país del
mundo.
7.-
Bibliografía consultada
AUSTEN, JANE. Pride and Prejudice (editado por Arthur Calder-Marshall). Londres:
Pan Books, 1967.
BOSWELL, JAMES. La Vida del Doctor Samuel Johnson (2ª ed.).
Madrid: Espasa Calpe, 1998.
CAMBA, JULIO. Londres. Madrid: Espasa Calpe, 1939,
CARROLL, LEWIS. Alice’s Adventures in Wonderland and Through the Looking-Glass (editado por Martin Gardner). Londres:
Penguin, 1970.
CHAMIZO DOMÍNGUEZ, P y SÁNCHEZ BENEDITO, FCO. Lo que nunca se aprendió en clase. Eufemismos y disfemismos en el
lenguaje erótico inglés. Granada: Comares, 2000.
CHAUCER, GEOFFREY. The Canterbury Tales (traducido al inglés moderno por Nevill
Coghill). Londres: Penguin,
1951.
DANINOS, PIERRE. Les carnets du major Thompson. París:
Hachette, 1954.
GREEN, JONATHON, Chasing the Sun. Londres: Pimlico, 1997
LEGMAN, G. Rationale
of the Dirty Joke. An analysis of
sexual humour (2 vol.). St Albans: Panther, 1972.
MIKES, GEORGE. How to Be an Alien. Londres:
Penguin, 1966.
PALMER, JERRY. Taking Humour Seriously. Londres: Routledge, 1994.
PARTRIDGE, ERIC. Shakespeare’s Bawdy. Londres: Routledge & Kegan Paul, 1968.
SÁNCHEZ BENEDITO, FCO. Dictionary of Euphemisms and Dysphemisms in English Erotica with
Spanish Equivalents alojado en http://webpersonal.uma.es/sanchezbenedito
En papel: Dictionary
of Euphemisms and Dysphemisms for the Taboo of Sex with Spanish Equivalents.
Granada :
Comares, 2009.
[1] Charla dada el 11 de mayo
de 2009 en el Curso para Mayores de 55 años , organizado por la UMA.
[2] Routledge, 1994.
[3] CHAMIZO DOMÍNGUEZ, P. y
SÁNCHEZ BENEDITO, FCO, p. 200.
[4] JULIO CAMBA, p. 12
[5] GEORGE MIKES, p. 20
[6] GEORGE MIKES, p. 22
[7] PIERRE DANINOS, pp.
107-135
[8] The Life of Samuel de James
Boswell vio la luz en 1791, siete años despúes de la muerte de su gran
amigo. Hay una buena traducción española en la colección Austral, con el título
La Vida del
Doctor Samuel Johnson (2ª edición, 1998).
[9] JONATHON GREEN, p. 225. En
otras versiones, fueron dos señoras las que se le acercaron.
[10] Hay una buena traducción
al español, realizada por Jesús L. Serrano Reyes y Antonio R. León Sendra y
publicada en Gredos, 2004.
[11] ERIC PARTRIDGE, p. 78; mi traducción.
[12] «Antipholus: ¿Dónde quedaba Bélgica, los Países Bajos? – Dromio: Oh,
señor, no miré tan abajo». The Comedy of
Errors, III, ii, 136-137.
[13] Come puede significar ‘correrse’, además de ‘venir’. Troilus and Cressida, IV, ii, 35-36.
[14] «Vaya, os engañais. No
pienso en tal cosa».
[15] Ingenioso juego de
palabras entre dos de los significados de ‘cock’:
‘percutor de una pistola’ y ‘pene’. Henry
V, II, i, 50-51.
[16] DR THOMAS BOWDLER. Family Shakespeare, 1818.
[17] pp. 267-268
[18] Se trata de una original
explicación, en clave de humor, pero bastante verosímil, de la crisis
financiera actual ver video en sanchezbenedito.blogspot.es/2013/05/the-last-laugh-crisis-subprime).
[19] LEGMAN, G, vol. 1, p. 9.
[20] Supuesto afrodisíaco.
[21] Hay gran cantidad de
palabras inglesas malsonantes que constan de cuatro letras: fuck, cunt, cock, wank, etc.
Charla muy interesante y amena.
ResponderEliminarMe encanta el humor inglés!
En Inglaterra una vez probé esta "pick-up line" durante el descanso del examen CPE (así de seguro estaba que iba a sacar buena nota) con una chica que estaba allí para vigilar: "Do you know I'm the most wanted man in Spain?"
Me pregunto si la chica en cuestión se echó en tus brazos o se fue corriendo a la policía a denunciarte.
ResponderEliminarNo, simplemente se limitó a sonreír.
EliminarLa chica era muy atractiva, por cierto.