Gramática

Temas concretos de Gramática: verbos frasales, modales, voz pasiva, etc...

Léxico

Campos léxicos, sinónimos, antónimos, homónimos, falsos amigos, lenguaje tabú y un largo etcétera

Historias y humor

Pequeño cajón desastre para mis historias, anécdotas en mis clases, recuerdos...

Mis libros

Aquí podéis ver un pequeño resumen de mis libros más importantes

Charlas y conferencias

Las más significativas a lo largo de mi vida académica. Y las próximas

29/6/13

Limericks 'frescos' para el verano.

There was a young man from Devizes
     Whose balls were of two different sizes,
            One was so small
            It was no use at all,
     While the other took several prizes!

     Había un joven en Venta de Baños
     Con cojones de distintos tamaños.
     Uno era tan diminuto
     Que no servía en absoluto
      Pero al otro lo premiaban cada año.


There’s an over-sexed lady named Whyte
Who insists on a dozen a night.
            A fellow from Cheddar
            Had the brashness to wed her-
His chance of survival is slight.

     Una cachonda llamada María
     En doce polvos por noche insistía
         Un vecino de Marbella
         Que osó casarse con ella
      Tiene el pobre contados sus días

     There was a young lady of Kent
     Who said that she knew what it meant
        When men asked her to dine
         Upon lobster and wine
      Ske knew. Oh, she knew! But she went.     
                       
        Había una joven dama de Saba
        Que decía saber lo que significaba
           Que los hombres la invitaran a cenar
            Con langosta, vino (y caviar)
         Lo sabía, oh sí, lo sabía, pero aceptaba.       

28/6/13

El Humor Inglés

                 
EL HUMOR INGLÉS[1]
  Fco. Sánchez Benedito
  Universidad de Málaga
                                      
 1.- Introducción

El humor es algo esencial a la naturaleza humana y la risa, al ayudarnos a descargar energía nerviosa, además de proporcionarnos otras múltiples ventajas para nuestro cuerpo y nuestra mente, resulta altamente beneficiosa para nuestra salud; es una medicina gratuita, al alcance de cualquiera. El humor favorece también la comunicación con los demás y se ha llegado a decir, con razón, que la risa es el camino más corto entre dos personas. El humor, en suma, como argumenta el Prof. Jerry Palmer de la London Guildhall University, en su libro titulado Taking Humour Seriously[2] (Tomándose el Humor en Serio), forma parte integral de nuestras vidas.

Son estas afirmaciones sobre el humor y la risa en general algo en lo que fácilmente podemos estar todos de acuerdo. Sin embargo, para un español hablar del humor inglés en concreto, puede parecer osado o, al menos, un tanto aventurado. Existe, en efecto, por una parte, el riesgo de caer en el cliché, en el tópico: el típico inglés de la City con su paraguas, su maletín y su sombrero hongo; los tradicionales pubs ingleses; el gentleman inglés y su  proverbial ‘fair play’, etc. 

Está, por otra parte, el peligro de herir la susceptibilidad de nuestro interlocutor inglés, que puede pensar que con estos estereotipos humorísticos lo estamos ridiculizando, tomándole el pelo. Es verdad que todas las lenguas hacen uso, al referirse a los extranjeros (‘guiris’, para nosotros en España), de palabras que en algunos casos pueden resultar claramente ofensivas. Son términos (ethnic slurs) que el Dr Chamizo y yo traducimos como ‘calumnias étnicas’[3]

La propia lengua inglesa no está libre de este ‘pecado’ y así podemos citar, como ejemplos, Frog (lit. rana) para los franceses, Chink, para los asiáticos, esp. chinos, Nip, para los japoneses, dago (probablemente del español ‘Diego’), para españoles, italianos o portugueses o wop (del español ‘guapo’), exclusivamente para los italianos, Spic (no speak English) para los hispanos, etc. Dentro de estas ‘calumnias étnicas’ se encuentran también términos y expresiones referidos al sexo, como por ej. a French (un francés), para el sexo oral, a Greek (un griego), para el anal, English discipline, para las prácticas sado-masoquistas, etc., como si estas acciones fueran exclusivas de estos países. Por mi parte, puedo asegurarles que mi charla de hoy no pretende ser ofensiva para nadie y menos aún para el inglés, pueblo que sinceramente admiro y cuya lengua llevo enseñando durante tantos años.


2.- Clichés sobre los ingleses

No estoy tan seguro, no obstante, de poder escapar del todo del peligro del cliché, aunque me consuela el hecho de no ser el primero en haber caído en este tópico, ni seré sin duda el último. Les doy a continuación algunos ejemplos del empleo de este tipo de ‘lugares comunes’ sobre los ingleses por parte de algunas nacionalidades.

Ya en mi lejana juventud, cayó en mis manos un libro de Julio Camba (Londres), en el que el autor, comparando los hábitos alimenticios de los españoles, franceses e ingleses,   decía algo que me llamó bastante la atención: «Yo no comprendo bien a la gente mientras no la veo comer. ‘Dime lo que comes y te diré quién eres’. Si comes carnes asadas y legumbres cocidas, eres un inglés; si comes platitos bien condimentados, regodeándote en las salsas, eres un francés; si no comes, eres un español[4]». Esto último no es tan extraño si consideramos que Camba escribió este libro en 1939, en plena posguerra civil española aunque, ¿quién sabe si, con esto de la crisis, pueda llegar el momento en el que tenga que volver a decirse lo mismo? Pero, bueno, si se salió entonces, ¿por qué no se va a salir ahora?

Volviendo a los consabidos clichés, tenemos ejemplos muy claros en el libro How to Be an Alien,  del húngaro George Mikes, uno de mis favoritos y al que he citado en más de una ocasión, ya como profesor. Nos ofrece George Mikes, en el apartado dedicado al tiempo[5], el siguiente diálogo entre dos ingleses, diálogo que no tiene desperdicio:

“Hermoso día, ¿verdad?”
“Hermoso, ciertamente”
 “ El sol...”
“¿No es una maravilla?”
“Espléndido, en verdad”
“Y la temperatura, ¡qué agradable!”
“Personalmente, creo que ¡es tan agradable cuando no hace frío!, ¿verdad?”
“A mí me encanta y ¿a usted?”

Y un poco más adelante, refiriéndose a esta ‘amena’ e ‘interesantísima’ conversación y a otra semejante sobre el mal tiempo, proclama: «Si no dices nada más durante el resto de tu vida y te limitas a repetir esta conversación, tienes una probabilidad bastante razonable de pasar por un hombre notablemente ingenioso y de agudo intelecto, fino observador y de modales extremadamente agradables[6]».

Se trata evidentemente de una exageración, y sospecho que para ser considerado por un inglés un ‘joven prometedor’, por ejemplo, se necesita algo más que hablar del tiempo, pero puede que sea una buena manera de empezar a hablar, sin arriesgarse a pisar ‘terreno resbaladadizo’.

Otro ejemplo, que en ocasiones comento con mis alumnos, es una versión personal adaptada del capítulo VIII del libro Les carnets du major Thompson, del escritor francés Pierre Daninos: En este capítulo[7], Daninos nos habla de la vida conyugal del tal Thompson. Resulta que el mayor se casó dos veces. La primera, con Ursula, inglesa y, en segundas nupcias, con Martine, de nacionalidad francesa. Ursula, muy inglesa ella, consideraba el acto marital como algo ineludible, casi como un deber («cierra los ojos y piensa en Inglaterra») y, terminado el mismo’, solía decir: «Do you feel better, darling?» («¿te sientes mejor, cariño?»). Martine, sin embargo, más en consonancia con el típico sex-appeal de las francesas, decía: «Ça t’a plu, mon amour?» («¿te ha gustado, amor mío?»). Llegado este punto, a veces un alumno o una alumna me preguntaba: «¿Y qué diría una española?» Y yo, ni corto ni perezoso, contestaba, en inglés claro: «Again, please» («otra vez, por favor»).


3.- Humor e ingenio

El humor inglés va estrechamente ligado al ingenio del pueblo británico. Es difícil concebir el uno sin el otro. La insinuación, el doble sentido, los sutiles juegos de palabras, la fina ironía e incluso la mordacidad son elementos característicos del sentido del humor inglés. Múltiples son los ejemplos que os podría dar de este humor ingenioso de alto nivel. De entre todos ellos, elijo el de dos personajes ilustres: Samuel Johnson y Sir Winston Churchill. Samuel Johnson, famoso literato, ensayista y lexicógrafo del siglo XVIII, porque este año celebramos mis alumnos de Lexicografía y yo el tricentenario de su nacimiento en 1709, y Sir Winston Churchill, porque es difícil encontrar un político que haya jugado un papel más importante en la salvación de su país – en este caso en la 2ª Guerra Mundial- y siempre sin perder su sentido del humor.

Samuel Johnson fue sin lugar a dudas un gran ensayista y moralista de su tiempo, pero a pesar de sus problemas económicos y su habitual mala salud, nunca le abandonó su sentido del humor, como podeís comprobar leyendo la espléndida biografía que de él escribió su gran admirador y amigo James Boswell[8]. Allí encontraréis abundantes citas que ilustran la agudeza de su ingenio. Pero Samuel Johnson es recordado sobre todo como lexicógrafo, por su espléndido e innovador Dictionary of the English Language, publicado en 1755. Relacionada con su Diccionario es causalmente mi cita favorita de Johnson, contada por su amigo Sir Herbert Croft:
Poco tiempo después de la publicación del Diccionario, se le acercó al Dr. Johnson una distinguida dama inglesa, que queriendo alabarle, le dijo lo mucho que le había gustado su diccionario y, muy especialmente, el hecho de haber excluído de él cualquier palabra malsonante. La respuesta de Samuel no puede ser más ingeniosa: «No, señora, espero no haberme manchado los dedos. Observo, sin embargo, que usted las estuvo buscando»[9].

Las citas de Churchill, mucho más cercano a nosotros en el tiempo, son en general bastante más conocidas y fáciles de encontrar en las páginas de Internet. Me limitaré a recordar aquí algunas de las más ingeniosas y agudas respuestas del gran político:
A Lady Astor que, interrupiendo un discurso suyo en el Parlamento, le espetó: «Winston, si usted fuera mi marido le pondría veneno en el café», le replicó sin inmutarse: «Señora, y si usted fuera mi esposa, me lo bebería».
A Bessie Braddock, que en una ocasión le recriminó estar borracho, le contestó con desparpajo: «Sí, Bessie, mas mañana yo estaré sobrio, pero tú eres fea».

Otra anécdota, muy conocida igualmente, tiene que ver con Bernard Shaw, por el que Churchill no sentía mucha simpatía que digamos: Recibió un telegrama suyo que decía textualmente: «Dos entradas reservadas para usted, para estreno Pygmalion (lit ‘primera noche’). Traiga un amigo, si es que lo tiene». La respuesta de Sir Winston no se hizo esperar: «No puedo la primera noche. Iré la segunda, si es que la hay».

Mención especial, por último, merece una muy curiosa, tal vez apócrifa, aparecida en un artículo del periódico Birmingham Mail: Estaba Churchill un día, siendo ministro, ocupado en el cuarto de baño, cuando pegó en la puerta su ayuda de cámara anunciándole que el Lord del Sello Privado quería verlo urgentemente, replicando Sir Winston: «Dígale al Lord del Sello Privado que estoy ‘sellado’ (encerrado) en mi propio ‘privy’ (servicio) y que sólo puedo ocuparme de una m..... a la vez».

Pero no hay que ser un Samuel Johnson ni un Winston Churchill para responder de manera tan ingeniosa. Tengo la suerte de contar con numerosos y muy buenos amigos ingleses y, entre ellos, en lugar privilegiado, se encuentra Ian Smith, vice-consul inglés en Málaga, ya jubilado, del que conozco una sabrosa anécdota, que él mismo me contó: Por razones de su cargo, le tocó una vez enseñar el cementerio inglés a un matrimonio inglés conocido suyo, y al terminar la visita, detallada y bien documentada, los despidió diciendo con la mayor naturalidad, pero sin la menor malicia: «Bueno, ya saben ustedes donde tienen su casa».


 4.- Humor en la literatura inglesa

La literatura inglesa de todas las épocas está llena de excelentes ejemplos de humor de autores y autoras de primera fila. Pasemos revista a algunos de ellos, empezando por dos grandes clásicos: Chaucer, del siglo XIV y Shakespeare, del XVI.

Hay muchos estudios serios sobre Chaucer y casi todos coinciden en señalarlo como un gran humorista en su libro The Canterbury Tales (Los Cuentos de Canterbury). En efecto, Chaucer crea humor satirizando de manera implacable los valores religiosos y cortesanos, en gran parte hipócritas, de su tiempo. Sabe presentar, de manera magistral, el contraste entre lo ideal y la cruda realidad, entre la fachada y lo que se esconde tras de ella. Recuérdese, a este respecto, el retrato que hace en el Prólogo de dicho libro de los peregrinos con los que se topa en una fonda, camino de Canterbury: la Priora, de gustos refinados y modales exquisitos, que lleva en el pecho «un broche de oro con la inscripción amor vincit omnia (el amor todo lo vence)»; la Monja que,  «en su celda, cabalga con el capellán y con tres curas más»; el Fraile, que «conocía bien todas las tabernas de la ciudad»; el Comerciante, montado, altivo, en su caballo, luciendo un traje de vistosos colores, pero del que «nadie sabía que estaba lleno de deudas», etc. Los Cuentos de Chaucer, inspirados en su mayoría en Boccaccio, escritos en un lenguaje llano y directo, explícitamente obsceno en ocasiones, no han perdido aún actualidad, son fáciles de encontrar en las librerías[10] y se siguen leyendo con gusto.

Totalmente diferente es el humor de Shakespeare. Shakespeare, como Chaucer, tuvo que luchar toda su vida contra la mojigatería puritana hipócrita de su época, utilizando el humor como una de sus armas más potentes, pero ese humor fue siempre más sutil, nunca abiertamente obsceno como el de Chaucer. Sobre el carácter sexual de muchas de sus insinuaciones existe cierta polémica entre los especialistas; pero yo, sin ser por supuesto ningún especialista, me inclino a creer con Partridge que aunque «en ocasiones sea casi imposible determinar el sentido exacto de los sutiles juegos de palabra de Shakespeare,  el carácter sexual de algunas de sus insinuaciones es tan evidente que sería ignorante y estúpido, por nuestra parte, pensar que la intención sexual está ausente de las mismas»[11]. Picante y divertidísimo es, por ejemplo, el famoso pasaje de La Comedia de Equivocaciones, donde Dromio de Siracusa, hablando a su amo Antífolo sobre la gruesa moza de cocina que lo persigue con fines matrimoniales, bautiza las diversas partes de sus voluminosas formas con nombres de diferentes países: «Antipholus. Where stood Belgia, the Netherlands?- Dromio. O, Sir, I didn’t look so low»[12]. O este otro de Troilus and Cressida, en el que al decir ésta última: «My lord, come you into my chamber», hace concebir a Troilo ciertas esperanzas[13]; pero estas esperanzas no tardan en esfumarse cuando Cressida precisa: «Come, you are deceived, I think of no such thing»[14]. La insinuación sexual parece aún más clara en las siguientes líneas del 2º acto de Enrique V: «Pistol’s cock is up/ And flashing fire will follow»[15].

Cuesta trabajo creer, a tenor de las citas dadas, que el elemento sexual esté ausente de la intención de Shakespeare, y el hecho de que el Dr Thomas Bowdler, ya en el siglo XIX, juzgara necesario expurgar las obras de Shakespeare, para que pudieran leerse en familia, viene a confirmar la tesis de Partridge[16].

Dos muestras más de humor en la literatura inglesa, éstas del siglo XIX: Pride and Prejudice, de Jane Austen y Through the Looking-Glass de Lewis Carroll.
Orgullo y Prejuicio gira en torno al Sr y la Sra Bennet y a sus cinco hijas, y a los ímprobos esfuerzos, rayanos en lo ridículo, de la Sra. Bennet por conseguir un buen casamiento para todas ellas. Se trata, en realidad, de un magnífico retrato de la burguesía inglesa de la época, que se mueve entre hipócritas orgullos de clase y prejuicios sociales. Pero Jane Austen sabe aplicar como nadie a ese retrato crítico un delicado barniz de humor que hace de esta obra una lectura deliciosa. El arranque de la novela: «Es una verdad universalmente reconocida que un hombre soltero de gran fortuna tiene que desear una esposa...» es sencillamente genial, como lo son igualmente las dos declaraciones a Elizabeth: la del rastrero Mr Collins, insufriblemente pomposa y la primera de Darcy, condescendientemente soberbia.

En A Través del Espejo, como en su 1ª parte, Alicia en el País de las Maravillas, se suceden las escenas hilarantes sin solución de continuidad. Se trata esta vez de un humor disparatado aunque, paradójicamente, de una lógica aplastante. Sirva como ejemplo la parte del capítulo VI[17], en el que Humpty-Dumpty, el curioso personaje en forma de huevo, le comunica a una asombrada Alicia haber recibido del rey y la reina un bonito pañuelo de cuello como regalo por su un-birthday (‘no-cumpleaños’). Ante la extrañeza de la pequeña, Humpty-Dumpty le razona que trae mucha más cuenta recibir regalos en los 364 un-birthdays del año, que únicamente en el día del cumpleaños auténtico.

Doy a continuación una pequeña selección de novelas que recuerdo haber leído y releído más de una vez, sin que nunca su humor dejara de deleitarme:

The Pickwick Papers de Charles Dickens
The Innocence of Father Brown de G. K. Chesterton
Three Men in a Boat de Jerome K. Jerome
Animal Farm de George Orwell
Very Good, Jeeves de P. G. Wodehouse
Travels with My Aunt de Graham Greene
Doctor in the House de Richard Gordon
Lucky Jim de Kingsley Amis
The British Museum is Falling Down de David Lodge
Wilt de Tom Sharpe

Finalmente, aun sin ser literatura propiamente dicha, no podemos olvidar el humor inglés en  series televisivas, como la superfamosa de Mr. Bean o en sitios de Internet, tales como YouTube, donde se pueden encontrar auténticas perlas como The Last Laugh. Crisis Subprime, con subtítulos en español[18].



5.- El chiste inglés

En palabras de G. Legman, en la introducción a su documentado estudio del humor erótico, «bajo una máscara de humor, nuestra sociedad permite infinitas agresiones de cualquiera, contra cualquiera»[19]. Siempre según Legman, el chiste, por regla general, tiende a denigrar o ridiculizar algo o a alguien, o una determinada profesión o capa social. Con el pretexto de hacer reír, nada ni nadie se escapa de esta intención ridiculizadora del que cuenta el chiste. Y su satisfacción será aún mayor si alguien del sector mencionado se encuentra entre sus oyentes. Si el chiste es de tema religioso, qué mejor que haya cerca un cura o una monja a los que poder abochornar; si la cosa va de médicos, abogados, profesores, etc., lo ideal es que pueda oírlo alguno de los aludidos. Puede que en nuestro subconciente se encuentre oculta esta tendencia agresiva, y no puede negarse que muchos chistes ingleses y españoles tienen este claro objetivo, aunque la intención consciente del que cuenta el chiste o el chascarrillo en cuestión sea sólo hacer reír a la persona o personas que le escuchan y pasar un buen rato con ellos.

El chiste puede ser ‘blanco’, sin ninguna insinuación sexual, ‘verde’ o ‘picante’, o incluso ‘marrón’, de tema escatólogico, pero en cualquier caso, siempre habrá algo o alguien que no salga muy bien parado:

La excentricidad inglesa en el conocido chiste del pingüino: Un inglés, paseando por el parque, encuentra un día uno de estos animales. Pregunta a un ‘bobby’ qué debe hacer con el pingüino y el policía le dice que lo lleve al zoo. Al día siguiente, el policía se encuentra al mismo sujeto, en compañía del animalito y le pregunta qué hace todavía con el pingüino: “¿no le dije que lo llevara al zoológico?” y el tipo contesta: “sí, ayer lo llevé al zoológico y hoy lo voy a llevar al cine”.

El ‘aprecio’ por su suegra de un tipo que le regala un Jaguar (el felino, para que le muerda, no el coche).
La voracidad sexual de una recién casada a la que su madre aconseja darle al novio en su noche de bodas una docena de ostras[20] para aumentar su potencia, pero que a la mañana siguiente se ‘queja’ de que sólo nueve funcionaron.

El momento de flaqueza, poco glorioso, de un superglorioso héroe nacional como Nelson: Avisado el almirante de que un navío francés se acerca por estribor, Nelson le pide que le traiga su casaca roja, para que en caso de ser herido, los marineros no vean la sangre y desfallezca su valor; pero al cabo de unos minutos, vuelve el mismo marinero a decirle que no es un navío francés, sino tres, y entonces Nelson le dice que le traiga los pantalones marrones.

El clero: El descoco de una feligresa que pretende entrar en la iglesia en topless y la reacción de un cura joven que se rinde a los encantos de la carne: El cura le dice a la desvergonzada que no puede entrar en el templo del Señor de esa guisa y la joven, bastante atractiva por cierto, responde que “tiene un derecho divino”, a lo que el cura replica “y un izquierdo divino también, pero insisto en que así no puede entrar en la iglesia”.


Como puede deducirse de este pequeño muestrario, hay muchos puntos en común entre los chistes ingleses y españoles y los temas son muy similares en ambos casos, pero hay una diferencia importante entre el humor del chiste español y el del inglés. El español y, muy especialmente el andaluz, suele ser más directo y hace uso, por regla general, de un lenguaje más desenfadado, atrevido, descarado incluso, en ocasiones. El inglés, en cambio, es más partidario de la insinuación, del detalle sutil, que haga reír sin necesidad de recurrir a términos abiertamente obscenos, es decir, evitando en lo posible utilizar tacos o lo que ellos llaman four-letter words (palabras de cuatro letras)[21].


6.- Conclusión

A lo largo de mi charla de hoy, hemos podido ver ejemplos de humor de la más diversa índole: satírico en Chaucer, sutil en Shakespeare, irónico en Samuel Johnson y Churchill, moralizante en Jane Austen, disparatado en Lewis Carroll, etc., pero todos comparten el rasgo común del detalle, del detalle fino e ingenioso, detalle exquisito, que hace del humor inglés algo único, diferente al de cualquier otro país del mundo.



7.- Bibliografía consultada

AUSTEN, JANE. Pride and Prejudice (editado por Arthur Calder-Marshall). Londres: Pan Books, 1967.
BOSWELL, JAMES. La Vida del Doctor Samuel Johnson (2ª ed.). Madrid: Espasa Calpe, 1998.
CAMBA, JULIO. Londres. Madrid: Espasa Calpe, 1939,
CARROLL, LEWIS. Alice’s Adventures in Wonderland and Through the Looking-Glass (editado por Martin Gardner). Londres: Penguin, 1970.
CHAMIZO DOMÍNGUEZ, P  y SÁNCHEZ BENEDITO, FCO. Lo que nunca se aprendió en clase. Eufemismos y disfemismos en el lenguaje erótico inglés. Granada: Comares, 2000.
CHAUCER, GEOFFREY. The Canterbury Tales (traducido al inglés moderno por Nevill Coghill). Londres: Penguin, 1951.
DANINOS, PIERRE. Les carnets du major Thompson. París: Hachette, 1954.
GREEN, JONATHON, Chasing the Sun. Londres: Pimlico, 1997
LEGMAN, G. Rationale of the Dirty Joke. An analysis of sexual humour (2 vol.). St Albans: Panther, 1972.
MIKES, GEORGE. How to Be an Alien. Londres: Penguin, 1966.
PALMER, JERRY. Taking Humour Seriously. Londres: Routledge, 1994.
PARTRIDGE, ERIC. Shakespeare’s Bawdy. Londres: Routledge & Kegan Paul, 1968.
SÁNCHEZ BENEDITO, FCO. Dictionary of Euphemisms and Dysphemisms in English Erotica with Spanish Equivalents alojado en http://webpersonal.uma.es/sanchezbenedito
En papel: Dictionary of Euphemisms and Dysphemisms for the Taboo of Sex with Spanish Equivalents. Granada: Comares, 2009.



 












[1] Charla dada el 11 de mayo de 2009 en el Curso para Mayores de 55 años , organizado por la UMA.
[2] Routledge, 1994.
[3] CHAMIZO DOMÍNGUEZ, P. y SÁNCHEZ BENEDITO, FCO, p. 200.
[4] JULIO CAMBA, p. 12
[5] GEORGE MIKES, p. 20
[6] GEORGE MIKES, p. 22
[7] PIERRE DANINOS, pp. 107-135
[8] The Life of Samuel  de James Boswell vio la luz en 1791, siete años despúes  de la muerte de su gran amigo. Hay una buena traducción española en la colección Austral, con el título La Vida del Doctor Samuel Johnson (2ª edición, 1998).
[9] JONATHON GREEN, p. 225. En otras versiones, fueron dos señoras las que se le acercaron.
[10] Hay una buena traducción al español, realizada por Jesús L. Serrano Reyes y Antonio R. León Sendra y publicada en Gredos, 2004.
[11] ERIC PARTRIDGE, p. 78; mi traducción.
[12] «Antipholus: ¿Dónde quedaba Bélgica, los Países Bajos? – Dromio: Oh, señor, no miré tan abajo». The Comedy of Errors, III, ii, 136-137.
[13] Come puede significar ‘correrse’, además de ‘venir’. Troilus and Cressida, IV, ii, 35-36.
[14] «Vaya, os engañais. No pienso en tal cosa».
[15] Ingenioso juego de palabras entre dos de los significados de ‘cock’: ‘percutor de una pistola’ y ‘pene’. Henry V, II, i, 50-51.
[16] DR THOMAS BOWDLER. Family Shakespeare, 1818.
[17] pp. 267-268
[18] Se trata de una original explicación, en clave de humor, pero bastante verosímil, de la crisis financiera actual ver video en sanchezbenedito.blogspot.es/2013/05/the-last-laugh-crisis-subprime).
[19] LEGMAN, G, vol. 1, p. 9.
[20] Supuesto afrodisíaco.
[21] Hay gran cantidad de palabras inglesas malsonantes que constan de cuatro letras: fuck, cunt, cock, wank, etc.

25/6/13

Language as Social Exclusion

LANGUAGE AS SOCIAL EXCLUSION.
Fco. Sánchez Benedito
University of Málaga

1. Introduction
         Traditionally, it has been sex within the licit frame of marriage and with its main aim at reproduction, that is, heterosexual love and all its manifestations in the family, that has been understood within the norm. In other words, in what is often called the patriarchal code, it is the couple made of a male and a female partner that has been  regarded as appropriate in our Western societies.
         Now homosexual love did not obviously conform to the rules of this patriarchal code, and consequently love between men, or between women, has not been mentioned or has been very little spoken about in former times. As Foucault, the famous French philosopher, maintains in his History of Sexuality, what was usually named in the past were the practices, rather than the identities. It is ony from the 18th c. onwards that the lexicon used to refer to homosexuals can be said to be well-documented.
         It is therefore the purpose of my paper today to analyse the terms used to refer to homosexuals and homosexual activity from the 18th c. to the present day, trying to extract their social and cultural connotations. My study centers on male homosexuality, although lesbian women form a relevant social group of people who can be categorized as homosexuals, in the sense that they feel attracted by their own sex.
         For the lexicographical analysis, I will make use of the following dictionaries: Grose’s A Classsical Dictionary of the Vulgar Tongue (1785), Farmer and Henley’s Slang and Its Analogues (seven volumes, 1890-1904), Partridge’s A Dictionary of Slang and Unconventional English (1961), and my own Dictionary of English Euphemisms and Dysphemisms for the Taboo of Sex with Spanish Equivalents (2009), for which I took as a basis the OED and Jonathan Green’s Dictionary of Slang.  All four dictionaries contain a corpus of lexical terms that refer to homosexuals; however, the number of words included in each dictionary varies from 11 in the case of the first dictionary to 665 in the last one.
         It will be the aim of this paper to analyse the words and expressions included in these four dictionaries used to talk about homosexuals and homosexual activities trying to determine in what ways this vocabulary reflects the attitudes of society towards this group throughout the different historical periods under study.
         With this objective in mind, drawing a map of the different metaphor each term is based on becomes essential in order to reach valid conclusions regarding today’s attitudes towards homosexuals and their evolution throughout the 18th, 19th and 20th centuries.

2. Analysis by thematic fields
         I will use as a corpus the terms included in my own Dictionary of Euphemisms and Dysphemisms in English for the Taboo of Sex With Spanish Equivalents (665). I will group these terms into several thematic fields according to their metaphorical basis, and analyse each field in detail.
         But before we begin this analysis, I may as well clarify what is meant by euphemism and dysphemism: Euphemism is a linguistic mechanism consisting in naming something for which we feel some kind of fear, disgust or revulsion, by another name which seems socially more acceptable, e.g.to pass away’ forto die’, call girl’ forprostitute’, to make love’ for ‘to copulate’, etc. Referring to homosexuality, we have euphemisms such as ‘to be that way/that way inclined’, ‘not be much interested in the opposite sex’, ‘to be a confirmed bachelor’, etc. Dysphemism, on the other hand, consists in naming one of those terms with unpleasant connotations by another term which highlights their humorous and grotesque aspects, e.g. to kick the bucket’ forto die’, nightbird’ forprostitute’, ‘to play the game of twenty toes’ for to copulate, etc. For homosexuality and homosexuals there is a great number of dysphemisms which are clearly offensive like ‘ass bandit’ or ‘ass-pirate’, for example. Finally, some terms, such as ‘the third sex’ or ‘a three-letter-man’ could be classified either way.

2.1. Homosexuality as deviance, perversion or even crime
         Homosexuality has been seen in past centuries as a form of deviance, a perversion or even a crime. As I have already said, only sex between man and woman within the licit frame of marriage was accepted. This situation remained the same till well into the twentieth century. Homosexuality was considered a perversion and it was even regarded as a crime, and for that we only have to remember the process in which Oscar Wilde was involved because of his homosexual nature (he was sentenced to two years’ hard labour under the Criminal Laws Amendment of 1885).
         And in fact, we find in the corpus selected, terms that make reference to homosexuality as something that does not conform to the norm like ‘abnormal’, ‘abomination’, ‘deviant’, ‘deviate’, etc.; terms that consider homosexuality as something unnatural like ‘unnatural vice’, unnatural connection’, etc; terms that relate homosexuality to perversion like ‘perversity’, ‘pervert’, ‘degenerate’, ‘gross indecency’, etc.; terms that allude to sin and biblical references associated with sin  such us ‘sin of Sodom’, ‘sodomite’, ‘sodomy’, ‘sodomize’, ‘peers of the Land of Gomorrah’, etc.; and terms that classify homosexuality as a crime like ‘abominable crime’, ‘unspeakable crime’, ‘unmentionable crime against man and beast’, etc. Even Oscar Wilde himself supposedly referred to homosexuality as ‘love that dare not speak its name’.
         It seems obvious then that homosexuality till the mid-twentieth century was a taboo and was not seen as a sexual activity within the norm.

2.2. Pejorative terms
         Despite the change of attitude in the last decades of the twentieth century towards homosexuality and the acceptance of homosexual activities as a different way of living one’s own sexuality, there are still a lot of terms with pejorative connotations which are reflected in the words and expressions used in the world of  ‘gay-bashing’, which can be defined as jargon which shows an attitude of physical or verbal assault against gays, and people who have this aggressive attitude against them are called ‘gay bashers’. 
         In this respect, we find terms such as ‘ass-burglar’, ‘bum plumber’, ‘butt-pirate’, etc., which are clearly offensive and in bad taste. Unfortunately, these pejorative terms have proliferated enormously.
                  
2.3. Female features in homosexuality
         Although many of them are out of fashion, there is a great number of words that stress the feminine characteristics of homosexuals.
         Terms like ‘butterfly’, ‘camp’ or ‘sissy’ have feminine connotations; names of flowers, such as ‘daffodil’, ‘daisy’, ‘lily’, ‘pansy’, ‘tulip’, etc; terms like ‘doll’ or ‘dolly’, which emphasize the idea of women like dolls; terms like ‘duchess’, ‘fairy’, ‘fairy godmother’, etc. clearly allude to the feminine, as do ‘lavender boy’, ‘pretty boy’, ‘princess’, etc. They all point out to the feminine nature of the homosexual, comparing him to a woman, intending thus a mocking effect on the listener. We find the same implications in terms like ‘pink’, ‘pink pants’ or ‘pinkie’, which are connected with the colour pink as typically feminine. Many names of women are also used to mean gay like ‘Angelina’, ‘Lizzy’, ‘Mary’, ‘Mary-Ann’, ‘Molly’, ‘Nance’, ‘Nancy’, etc, used with jocular and sarcastic connotations.
         Despite the fact that most of these terms have fallen into disuse, the word ‘queen’ and all its combinations like ‘African queen’, ‘butterfly queen’, ‘size queen’, etc. are still often used nowadays.
        
2.4. Ethnic slurs
         There is also an important number of terms which allude to different nationalities and are called ethnic slurs, that is dysphemisms used as jokes at the expense of certain nationalities. They are clichés in most of the cases with very little justification for their use. Besides, many of these terms are becoming old-fashioned nowadays. Some of these words and expressions are ‘Egyptian queen’, ‘English method’, ‘Irish fairy’, ‘Italian culture’, etc.

2.5. Hiding/revealing one’s homosexuality
         In the recent past, there are many homosexuals who have ‘come out’ (they have decided to make their condition public) and many others who have not, and this fact has produced a proliferation of terms to refer to these two possibilities of living a homosexual life. Many of these terms are used in gay jargon and, amongst them, we find ‘closet case’, ‘closet queen’, ‘canned fruit’, or ‘to stay in the closet’ to mean ‘hiding homosexuality’, and ‘to come out (of the closet)’, ‘to discover one’s gender’, or ‘to wear one’s badge’, to mean ‘revealing homosexuality’.

2.6. Ponderatives
         In contrast to ‘gay bashing’, we find words and expressions which reflect the gay pride. This is the case of terms like ‘aesthete’, ‘fallen angel’, ‘dive into the sky’, etc. We must also bear in mind that it is not strange to hear some gays refer to heterosexuals using pejorative terms like ‘commoner’(plebeyo), for example. By doing this, they are claiming their sexual behaviour as superior in contrast with standard heterosexuality. Oscar Wilde called homosexuality ‘Uranian love’= heavenly love.

2.7. Evil-intentioned humorous terms
         There are many terms used to refer to homosexuals and their activities that clearly have an evil-intentioned humorous side: ‘angel with a dirty face’, ‘midnight cowboy’, ‘anal astronaut’, ‘eye doctor’, ‘kneeling at the altar’, ‘to pick up the soap for sb’, etc.
         The explanation for the existence of these allegedly humorous terms used to refer to homosexuals may be found once again in the fact that any behaviour that does not conform to the norm in society is usually the object of mockery by those who do conform to the norm.

2.8. Rhyming slang
         We give this name to a variety of slang (orig Cockney) in which a word is replaced by a phrase which  rhymes with it, e.g. ‘Pig’s ear’ for ‘beer’, ‘Darby and Joan’ for ‘alone’. They are usually reduced to their first part: ‘pigs’, ‘Darby’. Very popular in the late 1800 and early 1900, they are now old-fashioned, though some, like ‘a butcher’s (hook) for ‘a look’ are still occasionally heard. Although  not very much used nowadays, we find terms that rhyme with ‘queer’ like ‘Brighton Pier’, ‘ginger beer’ and ‘King Lear’, and others with a different rhyme like ‘bottle (and glass)’ (ass), ‘horse’s hoof’ (poof) and ‘song and dance’ (‘Nance’. Nonetheless, all these terms are good examples of the presence of homosexuality in every register of the English language.

2.9. Family terms
         It is worth mentioning some family terms, which generally denote protection on the part of the older homosexual towards the younger: ‘aunt/auntie’, ‘Aunt Mathilda’, ‘daddy’, ‘nephew’, ‘uncle’, etc.

2.10. Comparisons with food
         Homosexuals themselves use many terms that refer to food in their own gay jargon. Most of these terms obviously refer to the penis, like ‘fruit’, ‘tutti-frutti’, ‘candy’, etc., and some of them like ‘meat for days/for the poor’,  or ‘miracle meat’, allude to big size.

2.11. Comparisons with animals
         Allusions to young and old homosexuals and to active and passive roles in their relations can be found in many expressions containing animal terms. Some examples are ‘crow’s nest’ (a place where old gays look for young gays), ‘wolf’ (aggressors in prisons), ‘lamb’ (the victim of the aggressor), ‘mouser’ (active role), ‘mouse (passive role), ‘old goat’ (old gay), ‘spider lady’/’lounge lizard’ (the one who steals a partner from other homosexuals), etc.

2.12 Miscellaneous
         Other metaphorical bases occur: ‘frou-frou’, onomatopoeic from the rustling of draperies; ‘poof’, a corruption of ‘puff’, probably also onomatopoeic, and ‘faggot’, for example. The latter has a curious history: originally meaning ‘bundle of sticks’, it was used, since the late 16th c., as an abusive term for women, especially old women. At around 1915, it began to be used in the USA, often abbreviated to ‘fag’, as an offensive word applied to homosexuals, probably a shortening of ‘faggot-gatherer’, old women, mainly widows, who made a meagre living by gathering and selling firewood. It’s been sometimes claimed that the modern slang meaning developed from the standard meaning of ‘faggot’ as "bundle of sticks’, presumably with reference to burning at the stake. It is true that supposed witches and heretics who were burnt to death in past times, were also often accused of deviant sexual behaviour. However, any association of faggots with executions had long become a historical curiosity by the time the slang sense of the word arose in twentieth-century America. Moreover, burning was not usually prescribed as a punishment for homosexuality in either Britain or America. This explanation can therefore be dismissed as an urban legend.

3. Historical and lexicographical analysis
         The lexicographical analysis of the four dictionaries chosen for our study throws some light about social attitude towards homosexuality from the 18th c. to the present day.
         The term most frequently used in the past to refer to homosexuals was ‘sodomite’, coming from ‘Sodom’, the city which, according to the Biblical account, was destroyed, along with Gomorrah, on account of its wickedness, by fire from heaven. Since the Middle-Ages, the word ‘sodomy’ was used to refer to all sexual practices that did not conform to the aim of procreation within the heterosexual relationship, especially anal intercourse, which together with masturbation and lesbianism were considered sinful and outside the norm.
          In  A Classical Dictionary of the Vulgar Tongue by Captain Grose, whose first edition was published in 1785, we find only eleven terms that allude basically to three different ideas: the sodomite, e.g. ‘gentleman of the back door’; the eunuch, e.g ‘capon’; and the effeminate fellow, e.g ‘Molly’.     
         The scarce number of terms recorded to allude to homosexuality in Captain Grose’s Dictionary is an indication of a society in which sex was little spoken about and where this sexual practice was not considered ‘normal’.
         Homosexuality continued to be a taboo in the nineteenth century. It is true that sex began to be spoken about in some discourses of the time, especially in law and medicine but, as Foucault points out, what came under scrutiny, apart from matrimonial relations, were mainly aspects like the sexuality of children, mad men and women and criminals, and homosexuality was studied only as a sexual abnormality.
         At the end of the century we find a dictionary, Farmer and Henley’s Slang and its Analogues (1890-1904) in seven volumes, which only contains 39 terms to refer to homosexuality. Most terms included in Captain Grose’s Dictionary can be found in this one and, again, they can be grouped in three different categories: the sodomite, the eunuch and the effeminate.
         The word ‘homosexual’, from Greek homos, ‘same’ + sexual, was coined for the first time in German in 1869 to name a condition that was regarded as a pathology, a deviation from heterosexuality, considered as the practice within the norm. In any case, it was a step forward as it was the first time that homosexuality was presented as a fixed aspect of personality. “In English, the term was adopted for the first time in 1892, becoming a euphemism and beginning to replace the word sodomy which had been traditionally used”.[1]
         In Victorian England buggery, derived from the Latin Bulgarus (Búlgaro), originally applied to a group of Bulgarian heretics who were falsely accused of sodomy in the Middle Ages, was considered an ‘abominable crime’ and a ‘gross indecency’, and it was even legally punished since it was defined as a sexual offence in the Criminal Amendment Act of 1835, as we have already seen.
         The adjective ‘inverted’ and the noun ‘invert’ were also coined in the nineteenth century with the clear connotation of moving away from the heterosexual archetype. Presumably, these words are first found in English in the book Sexual Inversion (1897), written by the doctor and sexologist Henry Havelock Ellis, in collaboration with the homosexual writer John Addington Symonds, who used them also in his correspondence with other writers, Walt Whitman among them.
         If we continue with Partridge’s dictionary, A Dictionary of Slang and Unconventional English (1961), we notice that the number of entries used to refer to homosexuals increases notably. We find 117 terms, and again many of them are to be found in the other two previous dictionaries. Nonetheless, there are some of them that call our attention. In this dictionary, for the first time, we find nasty words highlighting disgusting aspects, probably with an ironic meaning. This is the case of terms like ‘arse king’, ‘arse party’, ‘do a brown’, etc.
         The female aspect of male homosexuality is emphasised by the use of terms like ‘daffodil’ or ‘petal’, which clearly allude to the delicate and fragile nature of women, and, at the same time, many women’s names are also included, most of them obsolete, as we have already seen, but Partridge’s dictionary includes terms like ‘camp’, ‘queen’ or ‘queer’, still in force today.
         Finally, in my own Dictionary of Euphemisms and Dysphemisms in English Erotica with Spanish Equivalents, the number of entries (665 terms) is huge, and it is from this dictionary that most of the examples we have seen in the thematic fields have been taken.

4. Social analysis
         From the lexicographic analysis carried out, it follows that homosexuality is a complex phenomenon from a social and sociological point of view. We have analysed lots of terms that homosexuals have been called throughout history, most of them with pejorative connotations. It is not illogical therefore to see these terms as a reflection of rejection of homosexuality by society in general. Nobody can deny, however, that there are signs that a change of attitude of society towards homosexuality is taking place nowadays. In contrast with the predominant intolerant attitude till the 19th c., we can venture to say that tolerance begins to show in the 20th century. This new attitude can be exemplified in the following words by Kenneth Walker, the famous American sexologist, in his The Physiology of Sex, published in 1940: “...If none of us can pride ourselves on being a hundred per cent man or a hundred per cent woman, what right have we to stigmatize as monstrous those in whom confusion is revealed more clearly than in us. Full sexual differentiation is comparatively rare...”[2] But this view is far from being new. Freud had already asserted at the beginning of the 20th c. that “humans were by nature bisexual.” Anyhow, Freud’s position on homosexuality has been said to be contradictory: though affirming that “it was nothing to be ashamed of”, he also called it at times “a form of sexual deviance.”
         Also worth noting is the enormous explosion of terms we have witnessed after the first decades of the twentieth century to refer to this collective. Many of them have become obsolete, but many are still current, and some have gone through changes, the most significant of all and the most relevant to our social analysis, being ‘gay’.
         ‘Gay’, from the French gai (alegre), was used in the 17th century with the meaning of wanton or promiscuous (Shakespeare used it in this sense), and it was mainly applied to the world of prostitution: gay woman, gay girl, gay wench, gay piece and gay bit were all terms used for a prostitute; a gay man was a whoremonger; and a gay house, a brothel. But around 1935, it began to be used with the meaning of homosexual, probably as an abbreviation of geycat, US underworld and prison sl. for a homosexual boy, companion of an older one, and now it is firmly established in the English language and adopted by most languages as a sort of international word. The term is not considered offensive by anybody and is accepted without reserves by homosexuals themselves.        
         Another example is the word ‘queer’. “This term began to be used with the meaning of ‘strange’, ‘odd’ in the 1930s. In the 1970s it became outdated, but later, in the 1980s, the gay activists began to use ‘queer’ to allude to themselves in a kind of rebellious attitude against those who discriminate them”.[3]
         In parallel with this proliferation of terms used to refer to homosexuality, homosexuals’ lives have changed and social acceptance has evolved, but it is not a finished fight for this collective.
         Aliaga and García Cortés, two militant homosexuals, authors of Identidad y Diferencia sobre la Cultura Gay en España, talk about the importance of ‘coming out’ to change society’s conception of their being ‘deviant’ or ‘perverted’. If more and more gay men declare their condition publicly, more and more heterosexual people will understand that every homosexual is different from another, and these differences show in traits of character, physical appearance, and different behaviour and aims in life.
‘Different’ is thus the key word that highlights that diversity in all its complexity and variety. Militant homosexuals claim a different way to live and to live sex, an aim which has its precedent in the ‘alternate lifestyle’, which women belonging to the ‘flapper’ movement pursued in the 1920s, when they cut their hair and skirts short, as a symbol of freedom from oppression of their old way of living.
But language can be cruel indeed, especially with those who play the passive, weaker role in any group. It does not matter what the different laws say about equality. It is true that many laws have been recently passed in Western countries which have given homosexuals the same rights as heterosexuals as far as marriage, adoption or civil rights are concerned. Nevertheless, what is really difficult to obtain is the acceptance of these rights by those who are not tolerant and have not developed an open-mindedness that allows them to accept others who are simply different.

5. Conclusion
“Very few things reflect as clearly as language the attitudes and ideology of society, and this fact becomes more apparent when the speaker refers to a minority group that is considered deprived and stigmatised, if not chased, as in the case of homosexuals”[4] and, in effect, our lexicographical and historical analysis confirms that the terms used in the past to refer to homosexuals, such as ‘sodomite’, ‘abnormal’, ‘deviate’, ‘pervert’, ’degenerate’, etc., practically all with derogative connotations, clearly indicate a rejection of them by our Western society. 
In the 20th c., however, new terms, such as ‘different’, ‘alternate lifestyle’ and, especially ‘gay’, begin to be used, pointing out to a change of attitude towards homosexuality. From being considered a crime, a perversion or even an illness in the eighteenth and nineteenth centuries, it has become another option that runs parallel with heterosexuality, especially since the second half of the twentieth century.
At the same time, that change of attitude has greatly contributed to the openness with which male homosexuals are beginning to behave. But, how significant are these changes in terms of social acceptance and integration of homosexuals in a heterosexual society? There are indeed aspects in which a transformation can be appreciated in the way homosexuals are regarded nowadays by our Western society, but there are certain circles in which this collective is still excluded. Sadly enough, there are still a vast number of terms that represent the world of ‘gay-bashing’. Homosexuals, like many other minorities, are still the victims of stigmatization and mockery by a part of heterosexual society, especially ‘gay bashers’.
         True that laws bring about big changes, but moral and social transformation takes much longer, and all groups in a position of power take advantage of minority groups using language as a means of despising and degrading them. Anyway, allow me to finish on a note of optimism: there’s hope that as the 21st c. moves forward prejudices against homosexuals will disappear once and for all.

SOURCES AND BIBLIOGRAPHY CONSULTED

ALIAGA, J.V & CORTÉS, J.M.G. 2000 [1997] Identidad y Diferencia sobre la Cultura Gay en España. Barcelona & Madrid: Editorial Egales.
ASHLEY, L. R. N.  (1979). ‘Kinks and Queens. Linguistic and cultural aspects of the terminology for gays’, Maledicta, III: 215-255.
CHAMIZO DOMÍNGUEZ, P & SÁNCHEZ BENEDITO, FCO. (2000). Lo que nunca se aprendió en clase. Eufemismos y disfemismos en el lenguaje erótico inglés. Granada: Comares.
FARMER, J. S. & HENLEY, W. E. (1974). Slangs and its analogs. (seven volumes, first published in 1890-1904). Reprinted by Kraus Reprint Co.
FOUCAULT, M. 1990 [1976] The History of Sexuality: Volume I, An Introduction. London:Penguin.
GREEN, J. (1998). The Cassell Dictionary of Slang. London: Cassell.
GROSE, F. (1785). A Classical Dictionary of the Vulgar Tongue (re-edited by Eric Partridge, 1931). London: The Scholartis Press.
LAKOFF, G. & JOHNSON, M. (1980). Metaphors We Live By. Chicago: The University of Chicago Press.
PARTRIDGE, E. (1974). A Dictionary of Slang and Unconventional English (8th ed.). London: Routledge & Kegan Paul.
RICHARDS, ANGELA (1963-1974) Standard Edition of the Complete Psychological Works of Sigmund Freud, ed. and comp. London: The Hogarth Press.
RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, FÉLIX, 2005. ‘Principales términos de caracterización homosexual: Apuntes lexicográficos y sociolingüísticos’ en Angie Simonis (comp.)  Educar en la diversidad. Barcelona: Alertes, Universidad de Alicante.
RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, FÉLIX (2008). Diccionario Gay-Lésbico. Madrid: Gredos.
SÁNCHEZ BENEDITO, F. (2009). Dictionary of English Euphemisms and Dysphemisms for the Taboo of Sex with Spanish Equivalents. Granada: Comares.
WALKER, KENNETH (1940) The Physiology of Sex. London: Pelican Books.
WOODS, GREGORY (2001) Historia de la Literatura Gay. Madrid: Akal


  1. A

[1] Félix Rodríguez González, 2005, p. 110 (my translation).
[2] p. 15
[3] Félix Rodríguez González, 2005, p. 117 (my translation).
[4] Félix Rodríguez González, 2005, p. 103 (my translation)