14/11/13

Los Álbumes de mi hermano Manolo (actualizado)

A pesar de su reciente publicación, me ha parecido necesario actualizar la entrada 'Los álbumes de mi hermano Manolo' para incluir en ella otra de sus grandes empresas culturales: la Galería de Arte Benedito, regentada en la actualidad por su hija Mª Eugenia:

Confieso que soy un admirador incondicional de mi hermano Manolo.
Manolo es un auténtico mecenas, impulsor, junto con otros malagueños de pro, de proyectos culturales tan ilusionantes para nuestra ciudad, como la Fundación Musical de Málaga, hoy día una espléndida realidad.
Me parece igualmente justo destacar que Manolo fue también el creador de la Galería de Arte Benedito, donde se vienen exponiendo, desde hace más de 25 años, cuadros de pintores tan famosos como Rittwagen, Vicente Romero, Andrés Mérida, Laurentino Martí y otros muchos, cuyas obras quedarán sin duda inmortalizadas para la posteridad en una original colección de pequeños libros de arte, acertadamente comentados por la docta pluma de profesores de la universidad o del mundo de la cultura en general.
Manolo ha sido además el patrocinador de dos editoriales, que publicaron un buen número de libros sobre temas malagueños o relacionados de algún modo con la ciudad de Málaga.
Primero, en la década de los '80, creó y financió la editorial Bobastro, ya desaparecida, que publicó títulos tan atractivos, como Paseo Romántico por la Málaga Comercial, de Julian Sesmero, Consideraciones sobre Omar Ben Hafsun, de Antonio S. Urbaneja, Cafés de Málaga, de Francisco Bejarano Robles (popularmente conocido como 'Paco Percheles') o Ermitas de Málaga. Compendio histórico, de Lisardo Guede, Cronista Diocecesano. 
Posteriormente, en la década de los '90, fundó la Editorial Benedito, que publicó libros tan interesantes como  Fray Alonso de Santo Tomás y la Hacienda El Retiro, de María Isabel de Colosía, José Miguel Morales Folgueras, Joaquín Gil Sanjuán, Teresa Sauret Guerrero y José Antonio del Cañizo, José María de Sancha, de Manuel Olmedo Checa, Real Club Mediterráneo de Málaga, 1873/1998, de Luis Merino Bayona, Amparo Quiles Faz, Carlos Gómez Raggio, et al., Diccionario Cultural del Vino, de Serafín Quero Toribio, Malagueños en la Historia, de Francisco Cabrera Pablos y Manuel Olmedo Checa y Los Gálvez de Macharaviaya, de Mª Isabel Pérez de Colosía, Siro Villas Tinoco, Marion Reder Gadow y José Miguel Morales Folgueras, edición de lujo, bilingüe, con una carta comendatoria de S.M. el rey Don Juan Carlos. Tuve el honor de traducir al inglés este maravilloso libro, que fue presentado en varias universidades norteamericanas y en la Hispanic Society de Nueva York.
Pero son los álbumes de Manolo lo que más me llama la atención y lo que en realidad constituye el objeto hoy de esta entrada en mi blog. 
Los álbumes son colecciones primorosamente encuadernadas de recortes de periódicos, revistas, etc., con multitud de grabados, dibujos y fotografías, acompañado todo ello por jugosos e ingeniosos comentarios de mi hermano. Algunos de estos álbumes recogen sus preferencias sobre diversos temas: escritores, músicos, cuadros, esculturas, refranes, chistes, etc., pero a mí los que más me cautivan son los tres siguientes.
Ideotramas, palabra inventada por Manolo, que él define como "imágenes que reflejan ideas entrelazadas entre sí, formando una secuencia literaria",
El Hombre en su Momento, reflexiones sobre momentos determinados de la vida del hombre sobre la tierra, en los que "parece pararse el tiempo para marcar un hito en el devenir de la historia", y 
La Vida Fotografiada, mi álbum favorito, magnífica selección de fotos (más de 700) de sucesos acaecidos en todo el mundo a lo largo de los años '50 que, en su conjunto, constituyen un valiosísimo documento gráfico de esta época de posguerra, tan llena de incertidumbre y esperanza.  En sus 365 páginas, una por cada día del año, Manolo ha sabido plasmar de manera magistral,  en cada instantánea, los aspectos más relevantes de la vida y la muerte, la rica gama de sentimientos humanos: el amor y el odio, lo sublime y lo banal, la riqueza y la miseria, el heroísmo y la cobardía, el triunfo y el ridículo, la alegría y la tristeza, la humildad y la soberbia, la piedad y la crueldad, el deseo, la indiferencia, los sueños, la solidaridad, la curiosidad, la coquetería, la inocencia, la seducción, la amistad, la soledad...
Para redondear su originalidad, en el álbum se recogen más de 400 comentarios de otras tantas personas que lo visitaron y a las que Manolo invitó a agregar un comentario a una sola foto que le llamara especialmente la atención. Yo fui uno de los elegidos y, en mi visita, en mayo de 1959, a mi hermano en Troisdorf (Alemania), donde entonces residía, por imperativos de su trabajo, escogí una foto del gran físico aleman Albert Einstein, fallecido en Princeton, New Jersey, en abril de 1955, para dejar mi comentario. Sin que la poesía sea en absoluto una de mis virtudes, escribí a vuelapluma, de manera totalmente espontánea, con la osadía que me daban mis entonces 22 años, los siguientes versos, dedicados a este gran sabio, cuyas brillantes investigaciones científicas condujeron, lamentablemente, a la fabricación de la primera bomba atómica:
Veo tu rostro entristecido
Una duda amarga reflejar.
Acaso en tu tumba te preguntas
Si has obrado bien u obrado mal,
Si tu ingenio a la paz habrá servido
O al daño de la guerra aumentar.
....................................................
Duerme en tu tumba tranquilo, Einstein,
Deja a tu conciencia reposar.
Si el hombre el mensaje de tu ciencia
No ha sabido bien interpretar,
No has de ser tú quien responda,
No, responderá la humanidad.

En más de una ocasión, he animado a Manolo a publicar La Vida Fotografiada y algún otro de sus álbumes, como Ideotramas o El Hombre en su Momento, que serían sin duda de indudable interés para el ´lector curioso, pero siempre se ha negado, argumentando que, aunque no le importa compartirlos con su familia y amigos más cercanos, él concibe sus álbumes como 'terreno' privado donde 'plantar' sus comentarios personales y sentimientos más íntimos sobre la vida.
No quisiera terminar esta entrada sin mencionar, siquiera sea de pasada, otra muestra reciente de la inquietud cultural de mi hermano Manolo. Se trata de la Vinoteca Patio de Beatas, asentada sobre tres casas señoriales de los siglos XVII-XIX, fielmente rehabilitadas, en la calle que le da nombre, donde se puede comer a gusto, degustando excelentes vinos cualquier día de la semana, o asistir a catas organizadas regularmente por su director, Julián Sanjuán. 

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