El otro día, ordenando papeles, encontré una libreta de mi madre, que hoy podría merecer el calificativo de blog. En esta libreta, escribía mi madre, con su armoniosa escritura inclinada, que entonces llamábamos 'letra inglesa', sobre cualquier tema que le gustara.
No se trata de ningún diario o cosa parecida. Mi madre, a la que adoraba, tenía como cualquier persona sus penas y alegrías pero, de naturaleza tímida y reservada como era, nunca se le hubiera ocurrido hacerlas públicas. Lo que ponía en su cuaderno eran curiosidades sobre temas de la más diversa índole. Había, por ejemplo,una colección de refranes muy completa, la mayoría, como 'con pan y vino se hace el camino', 'no se hizo la miel para la boca del asno', 'a quien madruga Dios le ayuda', 'no por mucho madrugar amanece más temprano', etc. bastante conocidos, pero algunos de ellos, como 'hijo de mi hija mi nieto es, hijo de mi hijo, no sé si lo es', 'si tu dicha callaras, tu vecino no te envidiara', etc., mucho menos comunes y otros, como 'contra la muerte no hay ley, mata al Papa y mata al Rey', 'mano besa el hombre, que quisiera ver cortada', etc., que yo no había oído en mi vida.
Había también en el cuaderno de mi madre recomendaciones sobre la salud: 'los peligros que entraña el tabaco', 'como prevenir el colesterol', 'recetas para la piel', 'la "cura del limón' 'panacea para la salud', 'las excelencias de la manzana', etc.; sabios consejos sobre la vida y la convivencia: 'reglas del amor conyugal', 'los peligros de criar niños mimados'; divertidas anécdotas, como 'el frailecito y el anticlerical': 'Viajaban los dos, el fraile y el anticlerical, en el mismo departamento de un tren. El anticlerical empezó a burlarse del fraile y le apostrofó: "usted se lo deja decir todo y con ese aire de santurrón, hasta se dejaría apalear". Y para ver si se dejaba le dio un bofetón. El frailecito murmuró: "Dice el Evangelio que si te pegan en la mejilla derecha ofrece la izquierda también. Entonces el frailecito se levantó y habló así a su ofensor: "Hasta aquí, el Evangelio, ahora yo" y, de un directo a la mandíbula, dejó fuera de combate al anticlerical.
Había también algún que otro chiste, por supuesto totalmente 'blanco': 'La dueña de la casa dice al mayordomo: "Gaspar, advierte a los invitados que después del café les cantaré una romanza". "Ya lo he hecho, señora", "y qué te han dicho?". "Que no tomarán café."; "si tuviera que hacer caso al médico tendría que estar tres meses sin comer", "¿ah sí, pues qué te ha dicho?" "Que le pague la cuenta."; "dime, ¿por qué te sientas en el suelo para ver la televisión?" "Porque para poder comprar el televisor, hemos tenido que vender las sillas."
Tras el fallecimiento de mi madre en 2008, con 98 años, heredé su libreta y leía de vez en cuando, con verdadero gusto, retazos de su 'blog'; y un buen día me encontré entre sus páginas con una poesía que yo había escrito en mi adolescencia (con unos 16 años) y que le había dado para que la leyera. La había guardado y, sin yo saberlo, se tomó la molestia de ponerla en su cuaderno. Yo ya ni me acordaba de estos ripios que había compuesto para consolar a una niña, amiga mía, de un desengaño amoroso. No sé si a mi amiga le gustaron mis versos pero, por lo visto, a mi madre le encantaron.
Permitidme que los reproduzca en mi blog, en homenaje a su memoria:
Un amor imposible
Te vi y eras una flor que cautivaba
y embriagaba el sentido con su olor,
una pálida rosa delicada,
que al reflejar en sus pétalos el sol,
clara y pura, diáfana y cristalina,
encendida en mil tonos de color,
estaba por sencilla tan bonita,
que llenándose mi alma de emoción,
me rendía extasiado a su belleza
y alababa al Señor que la creó.
Te vi y eras la alegría de tu casa.
Despertabas cual pájaro cantor,
entonando armoniosas melodías
y a los acordes de tu cálida voz,
todos juntos los pájaros cantaban
la misma maravillosa canción.
Me gustaba encontrarme con tus ojos,
que mansos reflejaban tu candor.
Me gustaba escuchar tu risa pura
y al contagio de tu risa reír yo.
Me gustaba en fin verte tan divina,
porque a través de ti llegaba a Dios.
Pero ahora te encuentro tan cambiada,
ya han perdido tus mejillas el color,
ya no saludan nunca a la mañana
los bellos buenos días de tu canción.
Ya no me gustan tus ojos como antes,
porque sólo veo en ellos tu dolor;
y todo por un querer imposible,
que un aciago día te cautivó.
Todo por ese sueño irrealizable,
por esa vana locura de amor.
Mas yo no quiero verte consumida
en el fuego voraz de tu pasión.
Quiero que arranques de tu pecho herido
el amor que tu vida destrozó.
Quiero que cantes al nacer el día
como canta el alegre ruiseñor,
que vuelvan a lucir tus bellos ojos,
confiados, tranquilos y sin temor
y que oiga yo otra vez tu risa fresca
y el olvidado encanto de su son,
como el de aquella niña de alma dulce
y ojos claros, que ganó mi corazón.
Justice and the law (B2 / C1 / C2)
Hace 5 años
Me gusta tu poesía y es de elogiar que tu madre tuviera ese interés de guardar las cosas que contribuyen al bienestar del cuerpo y el alma.
ResponderEliminarGracias, Javi, por tu gentileza.
ResponderEliminarSoy Francisco Antúnez. Qué bonito! Parece ser que eso de escribir en blogs, facebook y similares es algo que ha gustado siempre al ser humano. Desde los muros de piedra a los muros electrónicos pasando por pieles de animales y papeles satinados. Yo tengo varios cuadernos de ese estilo, muy antigüos con recetas de cocina de una zona rural de Álora ( Los Lagares). Hay verdaderas joyas gastronómicas! Sopa de albóndigas, Mantecados de puerta de horno, Sopa castellana, Polvo de batata, Salchichón de vaca... Saludos Profesor!! : ) gracias por compartir en este blog!
ResponderEliminarHola, Francisco. Gracias a ti por visitarlo.
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